25 de abril de 2008

3 Días

Hay veces que uno va a ver una película con verdaderas ganas. Hoy se estrena 3 Días, y es una de esas veces. La idea de un pepino espacial que va a chocar contra la Tierra me deja bastante frío en el esquema americano de las cosas; sin embargo me pone bastante peleón si tiene lugar en el culo de Andalucía, entre cardos borriqueros y pozos secos, a la sombra de los crímenes de un asesino en serie, y sabiendo que el piedro va a caer al cuarto día, sí o sí, te pongas como te pongas.

La dirige F. Javier Gutiérrez, y fíjense en él, porque además de ser jodidamente encantador es un tipo que sabe lo que hace. Esa asociación cultural (de la que usted forma parte) que es el Cine Español –entendido como hecho diferencial, ya saben– será el que decida si este señor ha llegado para quedarse, montado en su meteorito, o si pondrá pies en polvorosa y se marchará a descubrir América, que es lo que me da a mí que se está planteando. Y espero que no lo haga, porque es la clase de cineasta que necesitamos por aquí. Tiene una puesta en escena que cuenta cosas con un solo fotograma, independientemente de la punta que le quiera usted sacar a lo que está pasando, a base de trabajar elementos que, no debiendo, todavía sorprenden por aquí, como las atmósferas de sonido bien curradas y un intermedio digital bien llevado. Viendo 3 Días no tuve la sensación, que sí tengo con gran parte de los realizadores españoles, de que el director no sabía lo que iba a pasar a continuación delante de la cámara. No sé si me explico.

El guión es otro tema, pero como hoy me ha sentado bien la comida no voy a ser muy perro. Tampoco es que a nadie le importe un cuerno lo que tenga que decir, pero en este caso merece la pena ahorrar en improperios. Me gustaría saber más sobre lo que sucede desde que Juan Velarde escribe su historia hasta hoy que se estrena la película (si alguien de la producción tiene la amabilidad...), pero como no lo sé debería callarme la boca. Podría especular sin tener ni idea, que para eso tengo un blog –o qué pensaban–, y decir que las distintas versiones del guión están entretejidas una sobre la otra con demasiado relieve en las costuras y, sobre todo, con la mano grande de la Producción amasándole la cabeza a los creadores en algunos elementos, haciendo que las cosas no lleguen hasta el extremo al que debían haber llegado, manteniendo a la película a ras de suelo cuando podría haber ido más lejos.

Hay más problemas, pero ya digo: no merece la pena despotricar porque, además, usted debe ir a ver esta película. Dése el gusto de ir al cine español a ver dos millones de presupuesto currados en realización y producción de manera tan fina que hacen lucir el conjunto como si hubiese costado doce. Disfrute de una película diferente, de las que todavía no se hacen aquí, y llegado el día sólo se podrán hacer aquí, a salvo de los focus groups, el marketing previo y la ampulosidad global americanos. ¿Cuántas películas españolas ha visto usted como ésta, que arranquen con un planazo y terminen con otro planazo? Pues eso. Tiene que ir a verla para que sus seis euros aparezcan en las cifras de taquilla y los productores de este país se animen a meterse en jardines como el de esta película sin tener que hipotecar su casa. Hágalo para que F. Javier Gutiérrez no huya de España... ¡su blog ya está en inglés! Si usted se para, el cine español le atrapa. Por favor, que toda esta publicidad gratuita haya valido para algo.


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