22 de junio de 2006

Querida MPAA:

A continuación, la traducción de la carta que Matt Stone envió a la MPAA durante el proceso de censura de South Park: Bigger, Longer and Uncut:

Aquí está el nuevo montaje de la película de South Park para la MPAA. Quiero decirles exactamente cuáles de sus apuntes hemos aceptado.

1. Hemos mantenido las expresiones “follar con el puño” y “beso negro” en la escena del despacho del orientador. Sin embargo, hemos quitado la palabra “pollas” de “gilipollas” con motivo de nuestra conversación.

2. Hemos eliminado la frase “Dios me ha follado el culo tantas veces...”. Ya no está.

3. A pesar de que aún no está animado, hemos mandado un nuevo storyboard para aclarar la escena del pene de Saddam Hussein. Ahora nunca se llega a ver el pene de Saddam, sino que usa consoladores las dos veces.

4. Hemos metido un plano que deja claro que Winona no dispara pelotas de ping-pong con la vagina. En realidad las golpea con una paleta de ping-pong.

5. Hemos quitado la referencia al “culo sorbedor de semen” de la película. Tenía lugar en la oficina del orientador, y la hemos quitado.

6. Hemos mantenido las escenas con la madre de Cartman y el caballo. Vamos a pelear por este chiste.

Llamen si tienen alguna pregunta.

Matt.

PD: Ésta es la mejor carta de la Historia.


El original se puede ver aquí.

El Enterao (V)

El enterao tiene serios problemas para diferenciar la inteligencia de la estupidez. Suele confundir la calidad con la trascendencia, la profundidad con la pretensión, y, en definitiva, la ética con la estética. Suele otorgar importancia a cosas que no la tienen (el propio cine es una de ellas), e inflar de contenido elementos casuales o deliberadamente vacíos. Su actitud es el resultado de considerar la masturbación mental un acto de inteligencia.
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Por ello, hay momentos en los que el enterao roza casualmente su propia estupidez, pero la descarta de inmediato al confundirla con brillantez analítica. Es el momento definitivo a la hora de catalogar a un enterao, y por ende, a un intelectual cretino: su fascinación por la pintada de "tonto el que lo lea". He aquí la escena:
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Algo acecha entre la niebla. Tras unos segundos de suspense, se adivina una luz rojiza en la blancura. Oh, es el pitillo de Garci, y la niebla es el humo que llena el plató de Qué Grande es el Cine.

Los muy tertulianos contertulios han visionado Reservoir Dogs, y ahora comentan sus entresijos; alguien menciona la anécdota del Plano del Globo Naranja. “Derroche de significación”, “alarde simbólico”, pensarán para sí; alguien habla de la rueda de prensa en la que a Tarantino le preguntaron por ese detalle, y lo que respondió. “Estábamos por allí”, o algo parecido, “y pasó un crío con un globo naranja. Se lo pedí prestado un momento y lo metí en el plano. Imaginé que sería uno de esos detalles que hacen que los gilipollas de los críticos se pajeen durante meses”.

Uno por uno van escogiendo su momento favorito, el plano que más les asombra o la situación más memorable. En esta ocasión lo tienen fácil; hay dónde elegir: la polla de Madonna, los créditos, plano secuencia del Sr. Rubio, la oreja cortada, el cuento del retrete, el disparo fantasma...

Llega el turno de Rodríguez Marchante. “Oti, ¿cuál es tu momento preferido?”
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El puto globo naranja.
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Continuará en... El Enterao (VI).

13 de junio de 2006

The illest motherfucker in a cardigan sweater

Llega un momento en la vida en que uno da el estirón, y el cambio de perspectiva hace que sus padres le parezcan bajitos por primera vez. Al mismo tiempo, uno empieza a indagar en sus figuras, y la silueta de progenitor se desdibuja. En su lugar aparece otra más personal, llena del interés que despierta un tipo al que no conoces a pesar de haber vivido con él toda la vida. Entonces descubres sus anécdotas NC-17, su afición por el cubata, o la vez que se pegó un tiro en la pierna.

Como hijo que soy de la Sra. Televisión, uno de mis mil y un padres se llama Bob Saget. Pues bien, he llegado a ese momento de descubrimiento en el que el papá Tanner pasa de cambiar pañales de niñas a ganar un concurso de contar el chiste de los aristócratas. Vamos, lo mismito que ver a Teresa Rabal lamiendo un vibrador plateado.



G’night, Michelle.

4 de junio de 2006