30 de noviembre de 2008

Inocente!

Francamente, se me hace difícil seguir leyendo sobre el asunto de los derechos de autor y el P2P. Sabemos que quienes defendemos las redes de intercambio libre tenemos la razón y que todo está ya dicho, pero también que, en el fondo y como todas, ésta es una batalla perdida. Pero de vez en cuando llega alguien como el Pianista, da un puñetazo en la mesa, y se casca un post imprescindible que hace que uno sueñe; que sueñe con una repercusión a la altura del texto, que haga que otros autores lo reflejen y lo implementen, y lo reboten hasta hacerlo accesible no sólo para los ordenadores sino también para las mentes de los que tienen capacidad de decisión en estos asuntos y aún no han perdido la integridad a base de estrechar manos y cheques. Un post que ilusiona. Llámenme inocente.

«Además, ¿no hay un contraste sorprendente entre el alcance global de la lucha contra el P2P y la relajación con la que se combate el top manta? Todos esos ridículos anuncios que el Ministerio de Cultura paga a precio de oro intentan convencernos de que no descarguemos obras, no de que no las compremos en el top manta. ¿Por qué?

Porque la oferta del top manta reproduce las imposiciones culturales del mainstream. En el top manta sólo se venden best-sellers y blockbusters. Representa un diezmo económico, pero es una pérdida asumible, un mal menor. Sin embargo, el P2P es un verdadero desafío al sistema, porque rodea sus imposiciones, recupera títulos que las grandes empresas decidieron enterrar, permiten que el espectador/oyente configure su propio catálogo cultural, fomenta la distribución horizontal, permite una comunicación directa entre el autor y el espectador. En definitiva, revive a la bestia negra de una empresa global de distribución de contenidos: la libertad.»

No, en serio: llámenme inocente. Lo soy, y usted también. A ver si se enteran de una puta vez: Mea Culpa y Caga Leyes.

Edito al día siguiente: ELPAÍS.com publica –titulándolo con la brillantez habitual– el decálogo de falsedades que nos intenta colar el Ministerio de Cultura. Véanlo aquí.

7 de noviembre de 2008

!!!

¿Recuerdan a los Bros, ese dúo pop de mellizos gayeteros que acercaba peligrosamente las ideas preconcebidas de homosexualidad e incesto en la época en la que todo era tela vaquera, barbas de cuatro días y pendientes para hombres?


¿...?

Pues bien, he descubierto algo desconcertante:



Sí, es Luke Goss.

Qué quieren que les diga. Me acabo de enterar.

18 de octubre de 2008

!!!

Gracias a Hanasu me entero de que Maureen Dowd ha publicado una columna en el NY Times en la que advierte, bajo el título Somos Roma? de la caída del Imperio Americano. Y lo hace de la mejor manera posible: en latín y de cachondeo.

El texto incluye a los protagonistas del foro público Ioannes McCainus (el mavericus), Sara Palina (a la que retrata con el apelativo cariñoso de barracuda borealis), Baracum Obamam (Mortem! Amator terroris! Socialiste!), y por el camino da con expresiones descacharrantes como rabble-rouseribus, Primus Dudus, o Depressione Magna II.0.

Omnes de Georgio Busio Secundo colossale goofballo. “V” (because there’s no W. in Latin) etiam duxit per disastrum ad gymnasium.

Es con mucha ventaja el LOL del día. Léanlo aquí: Are We Rome?

15 de octubre de 2008

Y de pronto... ¡el Dr. Repronto!

Ya llegó la segunda tanda de episodios de esa crackada absoluta llamada Reflexiones de Repronto. Si, existe un (video)blog cuyo título incluye la palabra reflexiones y que sin embargo no tiene nada que ver con los comentarios inanes de un adolescente depresivo mirando por una ventana lluviosa.

Y si les sorprende que un videoblog sea tan divertido como inteligente es que no han entendido que entre la pretensión de divertir a un público y la de ir al fondo de las cosas no existe la más mínima diferencia.


8 de octubre de 2008

Crisis

Permítanme descontextualizar un titular ya descontextualizado. Dice José Maria Hidalgo, secretario general de CCOO:

El trabajo es la mayor garantía de libertad y riqueza.

Bien, yo diria, aunque me pese, que tiene razón. Aunque le pediría al Sr. Hidalgo que tenga los santos huevos de decir lo que realmente significa esa frase:

El dinero es la mayor garantía de libertad y riqueza.

Bienvenidos al final de la Izquierda.

Se habla de que ha llegado el momento del colapso del Capitalismo, pero no se regodeen: ustedes morirán con él. Y no será ahora, sino dentro de muchos años, cuando hayamos superado este nuevo aviso de que el Sistema no sirve ni para cumplir con la apariencia de que funciona, que es para lo que ha valido hasta ahora. Y petará por algún otro motivo estúpido como unas hipotecas truchas o alguien gritando fuego! en las páginas de un periódico, cuando la propia derecha liberal dé la alarma para corregir el rumbo de la pasta con un golpe de volante, pero sin quitar el pie del acelerador.

Eso, con toda seguridad, tendrá lugar después de un nuevo puñado de años de emputecimiento de las instituciones mundiales, de guerras inmorales y de presidentes del mundo cubiertos de sangre y llenos de ponzoña. Años en los que la izquierda seguirá haciendo carantoñas a la cultura, mirando que haya igual número de estúpidos que de estúpidas y muy cómoda en su superioridad moral. Pero con la alarma rota. Y la ética afónica.

En otras palabras, el Sistema se curará ahora, con bail-outs y liberal-nacionalizaciones y permanecerá fingiendo que todo está bajo control mientras la derecha hijaputa hunde la cara en el barro a la mitad del planeta y la izquierda usa sus mismos argumentos engalanados con la parafernalia dialéctica de la vieja guardia. La derecha dice dinero y la izquierda dice trabajo, pero sus realidades políticas y sociales han ido convergiendo hasta el punto de estar hablando de lo mismo. Esta crisis no representa otra cosa que la gran victoria del Capitalismo.

27 de septiembre de 2008

Humor vs. Comedia (2ª parte)

Previously on !!! ponía el ejemplo de la música española de los 70 para explicar la necesidad que tienen los creativos de reproducir sus influencias al tiempo que se ven reproducidos en ellas, especialmente cuando el medio artístico en el que se mueven es nuevo y/o está poco explorado. Perogrullada: este fenómeno tiene que ver con lo más profundo de nuestra forma de ser y, como cualquier otra de nuestras cualidades, se ve amplificado o reducido por el medio en el que nos desenvolvemos. Si aplican eso a nuestras fronteras... en fin, ya me siguen. Permítanme que abrase con lo de la música un momento. Después de los años de renovar viendo lo que hacían fuera para ir contra lo que entonces era el Sistema, la música en España llegó a lo que se llamó Movida Madrileña, que en mi opinión es como el Ferrán Adriá que de tanto transgredir acaba en la coprofagia.

¿Quién soy yo y a dónde voy?
(¿Quién es él y a dónde va?)
¿De dónde vengo y qué planes tengo?
(¿De dónde viene y qué planes tiene?)
Gran ganga, gran ganga, soy de Teherán
(Gran ganga, gran ganga, él es de Teherán)
¡Calamares por aquí, boquerones por allá!
Aaaaaaah...


Me dirán que eso es comedia, no música. Me dirán que Almodóvar y McNamara eran algún tipo de sátira, y les daré la razón. Se supone que Sé lo que hicisteis también es una sátira, pero mi sensación es que termina convertido en aquello que parodia. Como Torrente. Como el Chiki-Chiki. No los desprecio, al contrario: admiro la maquinaria empresarial que llevan detrás. Querer ganar pasta con uno de esos fenómenos cómico-mediáticos está muy bien, pero tiene el problema de terminar quemando el producto. Del mismo modo que queman a los guionistas de comedia en España, como Santiago Segura quemó las intenciones de su personaje y como el Chiki-Chiki pudiera haber quemado, Eurovisión no lo quiera, al actor que está detrás. ¿Por qué? Porque no son comedia, sino humorismo. ¿Y qué es la comedia? La expresión de pánico que hay en mi cara al teclear esto.

Es casi imposible –y bastante inútil– dar una definición de comedia. Es un mecanismo tan primitivo como el fuego, tan simple y tan complejo a la vez, que podemos divagar acerca de sus características pero en realidad sólo interesa una cosa: si quema o no. Voy a dar una definición, de las miles posibles, y les pido disculpas de antemano por el cumshot intelectual que se les aproxima. Recuerden que hablamos en concreto de la comedia oral, discursiva, la que se ve en la mayoría de los programas de humor y en el stand-up. Atención:

La comedia es el discurso que racionaliza la realidad, la descompone en capas de prioridad, y la devuelve al espectador alterando el orden de las mismas. Aquí tiene el papel higiénico.

El humor, por contra, tiene más que ver con el cómo que con el qué. Humor es un acento, una jeta rara, un chiste de Jaimito. Cuando uno sobreexplota y sobreexpone el humor, sigue funcionando, y si se agota será por hastío del respetable o por suicidio del autor. En cambio, si se hace lo mismo con la comedia, deja de ser graciosa en el acto. Por muy genio que sea Woody Allen, si le ponen a escribir un programa de comedia de dos horas diarias al cabo de los primeros 20 minutos de programa las únicas risas que oirán serán las de su psicoanalista viéndose venir la factura del mes siguiente. Si cogen ustedes a Chiquito de la Calzada, uno de los más grandes cracks del humorismo –fíjense que no he dicho cracks de la comedia–, y le ponen a contar chistes a su manera durante dos horas todos los días, acabará usted hastiado y embrutecido, pero Chiquito será consistente en su trabajo. Tan sólo necesitará unos litros de Redbull.

Ésa es la verdadera tonterida española. Aquí tenemos un sentido del humor envidiable, nos reímos hasta de nuestra puta madre. Tenemos humoristas para aburrir, literalmente, pero cómicos en el sentido estricto ha habido muy pocos. Y los que ha habido han tenido un pie en uno de los géneros históricos sin llegar a lograr una autonomía creativa total: Miguel Gila en su costumbrismo, Tip y Coll en el surrealismo o Martes y Trece con su herencia del entremés, siendo muy grandes los cinco, son buenos ejemplos de esto. Gila en concreto es para mí lo más cercano que hemos tenido al stand-up comedian americano, al menos en las ocasiones en las que nos ha salido natural, sin copiarlo.

De ahí viene esto, ¿recuerdan? El copypaste lastimoso de SLQH a un clásico instantáneo de Sarah Silverman y el equipo de Jimmy Kimmel Live, que por cierto, les reportó un buen par de Emmys. Por supuesto, los chicos de la Sexta no son los únicos carteristas, como comentaba Galahan. Lo que yo digo, e intento quitarle hierro, es que eso es ser español ahora mismo en el mundo de la comedia. Copiamos porque estamos aprendiendo. Éticas difusas y malas artes a un lado.

Así funciona desde hace unos años, cuando gracias a Seinfeld alguien decidió importar el stand-up comedian y lo que trajo fue uno de sus géneros, la comedia observacional, y nos hartamos de escuchar a actores que no eran cómicos hablando de por qué las mujeres van de dos en dos al baño, de cómo responder cuando tu novia te pregunta si le queda bien el vestido, y por supuesto haciéndose la pregunta de por qué no construyen todo el avión del mismo material con el que hacen la caja negra. Pero si se fijan, la comedia observacional es ya por definición un refrito de elementos previos que no requieren un motor creativo propiamente dicho, sino más una capacidad regurgitadora –no lo desprecio, es un talento valiosísimo– que enlaza de alguna manera con la definición pedantesca que les he vomitado más arriba. España es un terreno especialmente propicio para esa hortaliza.

Por poner nombres, piensen en Pablo Motos, a quien descubrimos en El Club de la Comedia como uno de los pocos que desde el principio recitaban su propio material (o se le supone). Ahora vive de cosas como la incapacidad del españolito para pronunciar las letras de canciones (canciones, una vez más, de otra gente) o de plagiar sketches como éste un día y otro también. Otro ejemplo es el de Ángel Martín, un tipo más que competente que sin embargo no parece querer o poder escapar a la referencia previa: en La Noche de Fuentes empezó siendo la tercera entrega de la Trilogía Pánfila que empezó Tonino Guitián y continuó Ramón Arangüena, y ahora vive, directamente, de ser muy gracioso comentando la tele que hacen los demás. El mejor programa de humor que ha habido en años en España, Muchachada Chanante (¿La Hora Nuí?), tiene momentos de brillantez absoluta pero sin salirse de ese marco ibérico: un tercio de dichos momentos tiene que ver con una imitación y otro consiste en hablar con acento gárrulo-manchego.

Lo que les decía: eso es el Humorismo. El triufo del cómo sobre el qué; el refrito, la repetición de esquemas de éxito, los acentos, las muecas, los trompicones; la conexión con la nostalgia y el elemento generacional, que suponen puentes más directos que los trabajos arduos de creación de la Comedia: las grandes sitcoms, la técnica infalible de los monólogos de Johnny Carson, los andamiajes lingüísticos del maestro Carlin o el glorioso Who’s on first? o la maquinaria (por épocas) perfecta de Saturday Night Live. The craft, que le llaman. El Oficio, que entraña una ética profesional, un rigor, un respeto al público, y en especial al trabajo de uno mismo. Eso de lo que aquí andamos sobrados. ¿Recuerdan que en un capítulo de Studio 60 prácticamente sacaban a los abogados de la cama ante la posibilidad no comprobada de haber plagiado material ajeno por accidente? Pues eso.

Humor o Comedia. Decidan ustedes dónde colocar ambos mundos en su esquema de prioridades: son el público, así que tendrán razón. Mi opinión es que mientras los españoles seamos como somos, tendremos mucho humor y muy poca comedia.

23 de septiembre de 2008

!!!


No sé dónde oí que en las relaciones, el gran problema de los hombres es esperar que ellas no cambien nunca, y el gran problema de las mujeres es pretender que nosotros cambiemos.

He aquí una gran lección acerca de las relaciones, por gentileza de Tom Kapinos y su Californication (s02e02):

Él es quien es, mamá. Lo sabías cuando te subiste al coche con nosotros. Si te preocupa haberte equivocado, no es culpa suya. Tienes que quererle por cómo es, no por su potencial.

Dicho por una niña de 15 años. Qué serie.

18 de septiembre de 2008

Almíbar para las orejas

Pasar unos días en mi Pucela natal en época de fiestas me permite desconectar de la capital y descansar de las vacaciones de verano; de paso, me cebo cual gorrino bellotero y voy pensando, de bar en bar, día sí día también, en ir pidiendo hora para un transplante de hígado.

Una de las cosas que suelo hacer allí, en los breves descansos entre comida y comida, es atiborrarme a vídeos musicales en la VH1, donde redescubro one hit wonders como este baladón que todos recordarán, canción arrolladora y al mismo tiempo cursi hasta la diabetes. Y como veo a muchos amigos y conocidos sufrir de esta especie de astenia otoñal que le coge a uno la garganta cuando vuelve a su terruño y se encuentra de morros con los viejos tiempos, pues les pongo unas cuantas canciones, por llamarlas de algún modo, para ahondar en la herida y ver si consigo llevarles al suicidio.

Son aquellas canciones de las que no conozco cosa más cursi y pamplinítica. Vaya por delante que ni me gustan, ni las escucho, igual que usted no ve realitis y siempre se duerme con los documentales de La2, sea de día o de noche. Las cosas claras.

Perdona mi forma de mirarte
No hay nada con lo que compararte
Mirarte me deja sin fuerzas
No quedan palabras que decir

Bien, la calidad por delante. Franki Vallie and The Four Seasons tienen almibareces muy serias. Siempre se ha dicho que tenían tejemanejes con la mafia, así que resulta incomprensible que al entrar la segunda estrofa no estuvieran ya en el fondo del Hudson con unos zapatos de hormigón. To Make My Father Proud tiene tela, y My Eyes Adored You podría matar a su mascota de una subida de azúcar. Pero no hay nada, ni siquiera sus primeros éxitos con coros a-la-castrati, que haya superado el toque festivo, saltarín y happy-happy de Can’t Take My Eyes Off Of You (wtf?). Es tan bonita que me da ganas de sacarme un ojo, pincharlo en un palillo y echármelo en una copa de martini.



Si las baladas de Michael Jackson sonaran en el hilo musical de una granja de terneros, se podría hacer mermelada con su carne. Y sé que a estas alturas todo lo que tenga que ver con este hombre (?) suena a cachondeo, pero si siempre he dicho que alguien debería haberle pegado un tiro como a John Lennon es por una razón: que pudiéramos haberlo conservado en la memoria como el compositor genial que fue, y no como el presidente honorífico del Club de Imitadores de Skeleton.

Tu boca es tan dulce
Mucha gente me malinterpreta
Eso es porque no me conocen en absoluto
Yo sólo quiero tocarte...

I Just Can’t Stop Loving You, si no se la imaginan dedicada a un niño de ocho años, es jodidamente hermosa, tanto que me hace querer besar a Jacko con lengua. La pueden escuchar en este tubo, aunque les advierto que contiene imágenes espeluznantes, como Jacko semidesnudo con alitas de ángel o Jacko en actitud tontorrona con algunas mujeres.

Mi cuerpo es casi tuyo
Tu cuerpo es casi yo
Dos islas que se buscan
Entre la niebla de las dos

Escuchar Si tú eres mi hombre, de Ángela Carrasco, es haberle perdido el miedo al dolor. Y a la gramática española. Sin embargo tiene ese rollito baladón ochentero que, qué quieren que les diga, me recuerda más a las bso’s de las grandes pelis-balada de los ochenta, los Dirty Dancing, Oficial y Caballero y compañía, que a la genuina sensibilidad ibérica. Ustedes dirán si eso es bueno o malo. A mí me da ganas de ser raptado por jihadistas.

Necesito un poco de amor como nunca antes
Te quiero hacer el amor, baby
Me diste un poquito de amor, y he vuelto a por más

Las Spice Girls son fostiables a muchos niveles diferentes, pero 2 Become 1 es una de esas cursiladas que pasarán a los Anales de la Música, si por ello entendemos que serán utilizadas siempre que Elton John se haga desatascar el orto en un camerino de Las Vegas. Esta canción es una golosina, un algodón de azúcar con una producción lujosa y el inextricable encanto de una adolescencia feliz; es estar encerrada en un ropero lleno de peluches de colores, hablando por teléfono durante horas con el chico más guapo de la clase.



Vean el vídeo, está chulo, aunque deberían ejecutar al que trackeó los cromas. Cada vez que sale la rubia pepona noto un fuerte dolor en los dientes, como cuando uno muerde un gofre chungo. Y es entonces cuando quiero ir al dentista y que me cape por accidente.

The Housemartins era un grupo cuyo frontman no sabía si era más beato que comunista, o al revés. Con semejante desconcierto no es difícil comprender que quisieran versionar el Caravan of Love de los Isley Brothers, que era lo más homosexual de que es capaz una banda de afroamericanos, amplificado por el estilo gayetero-engominado de los año(rado)s ochenta. Incluso sus propios fans les mandaron a tomar por el saco, en toda lógica, porque este tema no sólo es un manchurrón blanco en tu solapa, sino que rezuma rancitud de boy scout de 32 años por todos los poros.



El vídeo es inenarrable. Ven a mi carromato obrero, Jesús, y hazme un hombre. Es la plegaria de alguien a quien tocaron más de lo debido en una sacristía. Me hace desear ahogarme en la fosa séptica de un campamento de Nuevas Generaciones del PP.

Vive en mi casa, seré tu refugio
Puedes pagarme con miles de besos
(...)
No tengo mucho equipaje que echarte a los pies
Pero dulces besos tengo para regalar
Allí estaré, y te cubriré.

¡De besos! No hablan de ganadería, malditos degenerados. Rent es un musical maravilloso, pero no deja de ser rock blandito tirando a pop, de modo que no podía evitar caer en algún charco de almíbar, y en Broadway hay unos cuantos. El tema I'll Cover You es uno de ellos. En todo caso, se lo perdonamos a Jonathan Larson, que en paz descanse, en su ataúd lleno de purpurina. Su fugaz pero asombrosa contribución a la gama alta del musical me hace lamentar los tiempos en los que había un gang bang todos los jueves por la noche y uno podía pasarse el resto de la vida preguntándose por qué orificio le entró el sida. Buenos tiempos.

Continuará un día de estos. Si contribuyen con títulos en los comentarios me torturarán, pero serán bien recibidos y puede que los meta en la segunda parte con una inyección de insulina.

2 de septiembre de 2008

Ha muerto Don LaFontaine

El cómico Pablo Francisco tiene un bit muy conocido en el que imita la voz de los trailers made in Hollywood. Sin ponerle nombre, está hablando de Don LaFontaine, que murió ayer a los 68 años, convertido en una institución y dejando atrás un buen carro de horas de cabina y un vacío importante en esa experiencia que es ir al cine en EEUU.



Este tío representa eso de lo que hablamos todo el día en el audiovisual, eso que alimenta tópicos de todos los tamaños, colores y sabores. En Don LaFontaine está resumido ese nosequé que pone un mundo de distancia entre Hollywood y el resto del planeta.

Esa voz era una marca, era una denominación de origen. Esa voz era un mundo.

1 de septiembre de 2008

Reivindicando "Urgencias": los 10 mejores capítulos.

Me llama la atención que en los blogs, foros, cenas y demás tertulias en que machacamos una y otra vez con esta época dorada de las series USA nunca se mencione Urgencias. Parece ocupar algún tipo de segundo plano cualitativo, por detrás de los brillos de otras que han venido después y que han consolidado el fenómeno televisivo que surgió de la biopsia industrial y artística, a puerta cerrada, a las grandes series-cine desde los 70 hasta principios de los 90.

Y es que ésta es la primera de las series que rompieron los esquemas y encontraron una fórmula de éxito meets calidad lo suficientemente holgada como para permitirles todo tipo de filigranas una vez estuvieron asentadas y a salvo de la cancelación. Salió de la alargada sombra de Steven Spielberg, que por aquel entonces tenía una humedad muy grande por Michael Crichton, que contaba en un supuesto guión de telefilm sus experiencias como estudiante de medicina y sus prácticas hospitalarias. Los execs de la NBC no eran los de ahora: ellos dieron luz verde a Frasier y Friends en años consecutivos, e hicieron transformar aquel guión en el piloto de una serie mágica que hay que reivindicar por todos los medios.

Pinche para ampliar y encuentre la coña.

Así que allá va, mi primer top 10, que ya se sabe que si no se postea uno de vez en cuando esto ni es un blog ni es nada. Toménselo como una guía para entrar en esta serie en diez cómodos plazos, descubriendo primero unas cuantas de sus genialidades, y luego todas las demás. Allá va.

10. s14e07. Blackout

Éste es un capítulo fascinante por dos motivos. El primero es que le hace a uno preguntarse cómo carajo se puede mantener el listón tan alto después de catorce temporadas explotando hasta el último recoveco de un formato. El segundo tiene que ver con el estudio de los personajes, y con cómo retener un momento durante ocho temporadas. Blackout, el apagón, es el punto en que toca fondo un personaje, el de Abby Lockhart, ex-enfermera y doctora alcohólica en perpetuo estado de fuga emocional. Hay arcos dramáticos que se cuecen a fuego lento, y éste es uno de ellos. Este capítulo-catarsis –lo serán muchos en esta lista– empieza con Abby huyendo, con su bebé en brazos, en mitad de un apagón catastrófico que es la metáfora perfecta del colapso definitivo de un personaje en su última temporada en la serie, y hacen falta muchas tablas para contarlo encadenando casi una estructura de whodunit (o de shedunwhat?!), cocinada durante ocho años ante nuestros ojos, que consigue que el fundido a negro final sea el verdadero clímax del capítulo. Ahí es nada.

9. s05e16. Middle Of Nowhere

Rara vez se analizan las series desde el más puro pragmatismo de producción, que las más veces es lo que realmente da forma al producto final. Cuando uno le debe una semana de vacaciones a su equipo puede hacer dos cosas: cerrar la serie y esperar sentado al borde de la silla que el mundo no se desmorone en ese rato, o coger a un actor y al equipo indispensable y salir a rodar en exteriores. En Urgencias esto se suele hacer una vez por temporada, y he escogido este capítulo en concreto porque es el más lúdico de todos. No esta metido con calzador ni mucho menos, pero mientras en otras temporadas se usa el hueco para relatar trabajosas transiciones vitales, como un viaje para esparcir las cenizas de un ser querido o la búsqueda angustiada de un hijo desaparecido, en este caso decidieron tirar de personaje estático, puro y duro, y hacer un capítulo que podría resultar perfectamente en un spin-off más que razonable... si no existiera Doctor en Alaska.

Aquí, el Dr. Benton se enfrenta a su contradicción interna de trepa pobre puteado por el color de su piel convertido en cirujano snob y elitista, en un pueblo de mierda llamado LaVerne, Mississipi, en el que tiene que pringar si quiere sacarse un sobresueldo con el que pagar un costoso tratamiento para su hijo. Ponga un elitista negro en el sur y tendrá diversión garantizada.

8. s03e04. Last Call

Dentro de esta lista, éste es uno de los episodios que mejor condensa la tónica general de Urgencias: el costumbrismo heroico, las anécdotas reales interpretadas por el equipo de guionistas-médicos –unos cuantos lo son– y la epopeya de largo recorrido de los protagonistas, que viven, como todos nosotros, revoluciones puntuales y moderados cataclismos vitales.

Hasta este punto sabíamos que el Dr. Ross era un fiestero y un jugón. Aquí llega el momento en que se le cae el pelo y tiene que llevar a la práctica esa máxima inexcusable de Pulp Fiction que dice cuando yo lleve una zorra moribunda a tu casa, seré yo quien le ponga la inyección. Si les apetece pueden ver el arranque aquí, fijándose en lo apropiado de la realización, en esos grandes angulares a punto de macro. Cuando lleguen al 3.45 será suficiente: ya se sentirán tan jodidos como el personaje.



7. s03e14. Whose Appy Now?

Los juegos de palabras en los títulos son frecuentes: el qué apendectomía toca ahora / quién ríe ahora se refiere al día en que el Dr. Benton, tutor de residentes, puteador de novatos y responsable incluso de algún que otro suicidio, se coge una apendicitis de órdago y tiene que ser operado de urgencia por el Dr. Carter, su eterno aprendiz, a quien vimos forjar su carácter de forma maravillosa durante once temporadas.

El otro interés de este capítulo radica en que, casi en un cachondeo metalingüístico parecido a una burla al propio personaje, supone una pausa manifiestamente cómica en una temporada bastante dramática. Además, la artesanía de este guión es capaz de entrelazar en el mismo episodio varias tramas de comedia con una más seria que un infarto, y salir airoso y con nota.

6. s12e13. Body & Soul

Éste es de esos capítulos que al terminar le hacen a uno suspirar de emoción mientras murmura serán cabrones, lo han vuelto a hacer. James Woods estuvo a punto de ganar un Emmy por este capítulo, en el que interpreta a un profesor universitario que ingresa en el hospital para pasar los últimos momentos de una esclerosis lateral amiotrófica que arrastra desde hace años ante los ojos de muchas hornadas de estudiantes. Su proceso degenerativo se nos cuenta en flashbacks de adelante a atrás, para terminar con una revelación que le da sentido a todo, atando el capítulo con una habilidad casi poética. Otra virguería de episodio que puede servir para que usted descubra una serie.


5. s06e14. All In The Family

Para quienes somos fans de Urgencias, David Krumholtz, el protagonista de Numb3rs, siempre estará grabado a fuego en nuestras mentes como Paul Sobriki, el esquizofrénico que acuchillaba al Dr. Carter y a la médico en prácticas Lucy Knight en uno de los cliffhangers más desoladores que se recuerdan. El siguiente es un capítulo agónico en el que todo el personal médico se enfrenta con la fragilidad de la vida de los pacientes... cuando los pacientes son ellos.

Miren el arranque, que termina cuando entra la cabecera, y piensen que esto es jugar con el público. He aquí cómo (mal)tratar a unos cuantos millones de espectadores cuando saben que detrás de una puerta, en un box oscuro y abandonado, están dos de los protagonistas perdiendo la vida gota a gota sin que nadie lo sepa. Observen la llegada tortuosa de la Dra. Weaver desde lejísimos, con esa puerta desangelada en primer término, o el hallazgo del plano general de la habitación desde fuera, con el angelote enfermo como un adorno molesto en un pastel de San Valentín.



El resto del capítulo es un chute de adrenalina de 40 minutos puntuado por dolorosas descargas de desfibrilador. Un capítulo que no desmerece a la tensión y el mareo frenético de la mejor película de acción, con la diferencia de que aquí asistimos a los destinos de personajes en cuyo desarrollo los creadores han invertido años de su tiempo, y del nuestro. No tiene precio el Efecto Richard Fish; recuerdan, el abogado sieso, cínico e imperturbable de Ally McBeal, cuyo abatimiento tras la muerte de Billy resultaba mucho más dramático que el de cualquier otro personaje. Pues bien, si no son fans, en este capítulo conocerán al mítico Dr. Romano, el precursor de House –a quien da más vueltas que la hélice de un helicóptero–. Su sorpresiva involucración emocional en lo que ocurre en este capítulo es más desarmante que la de cualquier otro, y supone una nueva lección de lo que se puede conseguir reteniendo la espita de la olla a presión durante un periodo mucho más largo de lo que cualquier guionista está dispuesto a soportar de antemano.

4. s08e21. On The Beach

Soy consciente de que si ven este capítulo sin haber pasado por las ocho temporadas anteriores es posible que les deje igual que estaban. Quizá no, ya me dirán. Sin embargo creo que no se puede llegar mucho más lejos en cuanto conexión emocional con el espectador. Este capítulo, en el que se cuentan los últimos días de vida del que hasta entonces fue el protagonista de la serie, es una verdadera joya en ese sentido, porque consiste en un relato de relevo generacional –que se reprodujo a muchos niveles en la serie– encarnado por la necesidad de un padre de llegar a despertar la empatía de su hija adolescente mientras ata cabos y se prepara para abandonar este mundo con tranquilidad y resignación. Por el camino, momentos de una belleza sorprendente en este medio, y la noción como espectador, a medida que el capítulo avanza, de que se nos están llevando por delante sin remedio. Con sobriedad, sin aspavientos, la madurez en el arte de la televisión hecha capítulo: a los compases de Israel Kamakawiwo'ole, ningún aficionado a Urgencias se despidió del Dr. Greene sin lágrimas en los ojos.

3. s04e01. Ambush

Nada mejor para celebrar la renovación después de las tres primeras temporadas que un capítulo en directo. Sí, en directo. Grabado a la vieja usanza, como una obra de teatro, saltando entre varias unidades en distintas partes del set, con los miembros del equipo vestidos de personal sanitario por si entraban en cámara, y parando a la señal de corte publicitario. Y recuerden que en lo relativo a la televisión, Estados Unidos tiene dos franjas horarias, una para cada costa. Así que un capítulo en directo ha de hacerse... ¡dos veces!

Para semejante do de pecho –recuerden: el prime time no es ninguna tontería– llamaron al reputado director Thomas Schlamme, que años después sería responsable de ese monumento audiovisual que es el piloto de Studio 60, y se inventaron una excusa que les permitía el margen de maniobra óptimo: un equipo de televisión pasa un día en la planta de urgencias grabando un reportaje en plan reality de lo que allí sucede.

Y hubo gran alborozo.

La cosa fue como la seda. George Clooney quiso repetir la experiencia en Fail Safe, acompañado de nuevo por Noah Wyle, y Urgencias se consolidó como lo que era: una puta obra maestra.

2. s10e02. The Lost

Un día suena el teléfono en Urgencias. Lo coge la chica nueva y recibe la noticia de que el Dr. Kovac, de voluntariado en el Congo después de cinco temporadas en el show, ha fallecido. The Lost es la crónica de dos viajes. Por un lado, Carter recorre el país en jeep siguiendo los pasos del desaparecido para poder repatriar sus restos y enterrar las rencillas en su mala conciencia. Por otro lado, asistimos al viaje de Kovac, a cargo de un hospital de campaña y enfermo de malaria, huyendo de los horrores de la guerra con un puñado de refugiados en los 19 días anteriores a la noticia de su muerte.

Hay dramas que suelen quedarse fuera de los intereses del prime time americano. El de las guerras en África es uno de ellos, pero es la clase de cosa que uno se puede permitir si uno tiene una serie casi intocable –en aquel momento– y cuando la necesidad creativa de ir más lejos se impone a la comodidad de un formato dominado. En este capítulo no hay nada de lo que conforma la identidad de Urgencias como serie. Y sin embargo, no hay un capítulo más acojonante y más Urgencias que éste. Su pulso narrativo está a la altura de los mejores momentos de 24 o Lost, con el mérito de ser un terreno, el del melodrama, que se presta menos a ello. Si no lo he puesto en primer lugar es precisamente porque se sale de los esquemas que definen la serie, pero no es un mal capítulo para entrar en ella por la puerta grande. Masterfuckingpiece.

1.s09e21. When Night Meets Day

Cuando uno es un genio como estos tíos, hace cosas geniales cuando le da la gana y no en otro momento. Seguro que ésta era una idea que les rondaba la cabeza desde hacía tiempo, pero decidieron reservarla para un capítulo especial: el número 200. El día de un eclipse total, cuando la noche se junta con el día, las Urgencias se llenan de tarados que advierten del fin del mundo y otros ejemplares de fauna sociópata. Es el momento que la serie escoge para contarnos en paralelo los dos turnos de una jornada: el de día y el de noche. Los médicos van rotando, pero muchos de los pacientes permanecen, siendo tratados o haciendo horas en la sala de espera.

El guión de este capítulo, firmado y dirigido por Jack Orman, es todo lo alto que se puede llegar en televisión, uno de los momentos gloriosos de las series de las que hablamos sin parar de blog en blog. Tiene el elemento inusual de casi todos los capítulos que menciono en esta lista, pero dentro de la más pura esencia de lo que es esta serie, luciendo al mismo tiempo una calidad técnica y narrativa impresionantes y una capacidad evocadora que muy pocos han conseguido sacarle a ese electrodoméstico que tiene usted en el salón de su casa.

Es la mejor puerta que se me ocurre para que, si es usted de los que no pillaron Urgencias a tiempo, le eche un vistazo. Si viene de admirar las otras seriazas de la nueva ola, debería poder detenerse en ésta, que fue la primera. Este 25 de septiembre empieza su temporada final, la decimoquinta. Están a tiempo de engancharse y ser testigos de un series finale histórico: el de la que inauguró la Nueva Era de las series.

20 de julio de 2008

!!!

Que cunda el pánico, ¡que cunda! Lo dice ELPAÍS.com: la crisis empuja a muchas mujeres a volver a un oficio copado por extranjeras. Váyase haciendo a la idea: su madre tendrá que hacer la calle para pagarle a usted el ADSL. La crisis ha llegado, y vamos a morir todos. Pero la Crisis, con mayúscula. ¿Recuerda la de 1993, cuando usted tuvo que matar a un hombre por 2.000 pesetas, cuando comíamos las lentejas a oscuras para no ver los chinches, cuando el tabaco llegaba de estraperlo por el puerto de Valencia? Pues ésta es peor. Lo dicen todos los medios, ¿o no se entera? El armageddon ha llegado, y a usted se le acabó eso de llevar zapatos con suela. Y si no quiere pasar hambre, aprenda a guisar gato. Con esta prensa, le va a saber a liebre.

10 de julio de 2008

La web de la SER es una puta mierda

He sufrido en mis carnes el fango operativo del maremágnum de empresas del Grupo PRISA, pero no crean que les guardo rencor. Les diré que soy oyente cérrimo de la SER desde chiquito, porque ya saben que esto de las radios es como el equipo de fútbol o la adscripción política: se hereda como el mueble del despacho. No obstante creo que hacen una radio cojonuda, la más conservadora (!) con mucha diferencia, pero la más potente al fin y al cabo.

Eso no quita para que no me dé vergüenza ajena cada vez que abro su web e intento echar una oreja a lo que han emitido el día anterior. Ahí es cuando la SER deja de ser, se desmonta como un cacharro de mercadillo. Eso es lo que es la web de la SER: un trasto, un apéndice atrofiado que a la empresa parece importarle un cojón... mío. Me pondré más borde: hay alguien en la web de la SER que no está haciendo su trabajo, y tiene a su cargo media docena de mantas zamoranas que no saben hacer la o con un canuto o están tan mal pagados que han decidido boicotear la web desde dentro. Por ejemplo, un audio del estupendo programa de Toni Garrido en Radio Nacional de España (denle al recuadrito de la izquierda):



y ahora compárenlo con esta puta mierda:


Explíquenme la calidad de ese sonido, porque yo no la entiendo. Háganme comprender por qué la SER es capaz de colgar esta chusta inmunda, a decenas de años de desarrollo técnico de RNE, de una radio que está a cargo de funcionarios.

La calidad de los audios de CADENASER.com es lamentable, lo han visto: es común que suban esta morralla inaudible. Las radios civilizadas suben los audios completos de sus programas, como es natural, mientras que en la web de la SER suelen comenzar en mitad de un anuncio o terminar en plena frase de uno de los invitados del segmento; los programas están siempre incompletos, y las partes disponibles –no hay explicación de por qué unas se suben y otras no– se exponen troceados en segmentos de índole incomprensible. He roto a escribir esto al intentar oír la edición de anoche de Hora 25: éste de aquí es el volumen al que la han colgado. Los ácaros de mi sofá hacen más ruido.

El podcast es parecido. Todos los audios empiezan con un tipo de voz muy poco radiofónica diciendo: a continuación escucharás una grabación del programa X, que te has descargado en el pózcast (sic) de cadenaser, puntocom (lo que es información útil, digo yo), a lo que sigue un anuncio específico para ese mp3, de cualquier producto, porque la SER no gana suficiente dinero, como todo el mundo sabe, y tienen que amortizar hasta el papel higiénico. Los cortes están tan fragmentados que intentar encontrar uno en la lista acaba siendo una tarea irritante; cuando ha habido fútbol es corriente tener que saltar por entre una docena de cortes de medio minuto del Carrusel Deportivo, en los que se cantan, uno por uno, los goles de la jornada anterior. En resumen: buscar algo en el podcast de la SER es como perseguir una mariposa por una pradera llena de boñigas.

Edito dos días después: esto debe de ser una broma. El Hora 25 de anoche (día 11) en la web consta de tres cortes; el primero empieza mucho antes del segmento correcto, que consiste en un paisano hablando del 11-M (sí, lo sé) durante 9 minutos, hasta que la emisión se corta dando paso a 12 minutos de silencio. Los audios de la primera y la segunda horas del programa duran apenas un minuto. Empiezo a pensar que el que se encarga de este programa en concreto es una clase de imbécil especial y completamente nueva.

Pero no es sólo un problema técnico, ni tampoco se puede achacar a los becarios; de becarios es ignorar una sigla porque casi no se pronucia y yo qué voy a saber, no comprobar la redacción y el cortapega de los textos antes de publicarlos, o las erratas de mecanografía, que aquí son tan pero tan comunes. En todo caso, hay alguien supervisando, se supone, un alguien, un... ¡Un periodista! El 5 de mayo tuvieron el cuajo de publicar esto, pinche para ampliar:


... que es lo peor, en términos periodísticos, que yo he visto en un medio de primera fila. Ni El Mundo publica basura con este desparpajo. Pasemos por alto la obsesión por las mierdecillas sobre el PP, que entendemos y hasta disfrutamos en ocasiones, en ese picoteo sistemático del adversario que yo llamo Rottenmeyerpolitik: alguien debería haber bloqueado la publicación de ese se-dice-se-comenta sin sentido ni contenido. Créanme si les digo que esa castaña no es demasiado extraña en la web de la SER; la calidad general le ronda, haciendo melé las cagadas técnicas con las periodísticas y las de diseño. Digan lo que quieran, pero mi opinión es que estas chusteces, en un medio de prestigio, deberían provocar algún despido, o lo que sería más apropiado, un traslado fulminante al departamento de deportes. No me darán esa satisfacción.

2 de julio de 2008

Cracks de la Comedia (5). George Carlin

El matrimonio de Mary Bearie y Patrick Carlin había sido tormentoso. En agosto de 1936 ya llevaban dos años separados cuando se encontraron, por casualidad, en las calles de Nueva York. En un par de horas tomando café descubrieron viejas emociones, y decidieron pasar un fin de semana juntos en el Curly’s Hotel, en la 116, y allí, entre los vapores del Harlem latino, concibieron a su hijo George. Once meses después, Mary escapaba de los golpes de su marido alcohólico por una escalera de incendios, en mitad de la noche, con el pequeño George en brazos y sin ningún lugar a donde ir.


Vivieron sin casa fija los siguientes dos años y medio, hasta que Mary consiguió la estabilidad de un trabajo como secretaria en una agencia de publicidad. El pequeño George fue a varios colegios católicos, donde le obligaron a formarse en el odio a Dios como el amigo invisible de una sociedad neurótica, y en el recelo de la religión organizada por ser fuente de odios y elaborada estafa colectiva. También asistió a la Corpus Christi School, el proyecto experimental de un párroco progresista, en la que George descubrió que la comedia era el mejor vehículo de su ingenio retórico, y lo que mejor le garantizaba la atención y la aprobación de un público formado, entonces, por alumnos y monjas, y por ende del resto de la gente. Ahí fue donde emprendió el viaje para descubrir –o decidir– quién era George Carlin.



No sufran, aquí está el texto.

Se alistó en el Ejército del Aire, periodo en el que trabajó en una radio local con Jack Burns, quien sería su amigo de por vida y pareja artística durante su primera época. Juntos se mudaron a Hollywood, donde encontraron trabajos en pequeñas emisoras de radio haciendo su particular dueto cómico, hasta que grabaron un disco que les puso definitivamente en el mapa. El 10 de octubre de 1960 hicieron su primera actuación en el Tonight Show de Jack Paar. Dos años más tarde, tras casarse con su primera mujer y ser detenidos los tres en Texas, confundidos con unos peligrosos atracadores, Carlin y Burns dieron por terminado su dúo cómico para buscarse la vida por separado.


El tercero no es Russell Crowe. Pulsa para ampliar.

El viaje no había terminado. George Carlin ya tenía cierta fama, y el trabajo nunca le faltó a partir de ese momento. Sus apariciones en el Tonight Show se harían muy regulares bajo el reinado de Johnny Carson, aunque poco a poco Carlin se fue acercando a lo resultaría ser su esencia, tanto cómica como humana, que pasaba por el movimiento hippie (al que se apuntó antes de que existiera) y por un cambio de aires. El cómico de la época era como un crooner, y el status marcaba una apariencia elegante y un estilo relativamente rígido. Carlin se descubrió a sí mismo el día que decidió dejarse melena y barba agitada, y empezó a actuar en camiseta. En 1969 lo echaron de una actuación por usar la palabra ass. Había llegado el verdadero George Carlin. Habían llegado los años 70.

(en 1971, sobre la decisión de Mohammed Ali de negarse a ir a la Guerra de Vietnam)
Me alegro de que le permitan volver a trabajar. Como saben, (el Gobierno) no le ha dejado trabajar en tres años. La verdad es que tiene un trabajo raro: consiste en dar de hostias a la gente... pero bueno, es lo suyo, así que puede dedicarse a eso. El Gobierno quería que cambiase de trabajo. El Gobierno quería que matase a gente. Él lo pensó y dijo: “hum... no, ahí es donde pongo el límite. Yo les doy de hostias, pero no quiero matarlos”. Y el Gobierno le contestó: “muy bien, pues si no quieres matarlos tampoco puedes darles de hostias”.

George Carlin es el hijo que habrían tenido los hermanos Marx si hubieran combinado su simiente en el útero de Bob Hope (?), y éste hubiera dado a luz sobre un lecho de hojas de marihuana. Su obra es herencia de gente como Danny Kaye o Spike Jones, aunque pasada por los filtros del burlesque y el rollo hippie para despojarlos de su ingenuidad, del punto infantil y payasete que tenían y que resultó ser incongruente con el tiempo y ánimo de Carlin; añadan un toque tardío de Richard Pryor y por supuesto de Lenny Bruce, a quienes rindió pleitesía siempre. De hecho, fue detenido por indecency, o escándalo público, o lo que carajo fuera, cuando la policía irrumpió en una actuación de Bruce y Carlin se negó a identificarse ante la autoridad. Pasaron la noche juntos en comisaría, imagínense el cuadro.

Me encanta este país, me encantan las libertades que tuvimos.

Cuando uno nace en este mundo le regalan una entrada para el freak show. Cuando uno nace en Estados Unidos, le regalan asientos de primera fila.

Esa autoridad represiva y estúpida, de moral paralítica e hipocresía galopante, fue siempre la bestia negra de George Carlin. La encontraba encarnada en la fe y la religión, el Gobierno, la Guerra y la Moral como institución, pero también en los tejemanejes del dinero, en los usos y costumbres de una sociedad embrutecida por el consumo, y en las pequeñas gilipolleces que todos hacemos al cabo del día. Uno de los pilares de su act es la esfera privada del individuo y su traslación a la zona de luz del escrutinio público, que él mismo imitaba en su discurso con un ojo clínico impresionante, interpretado por su magistral uso de la mayor herramienta de manipulación de la que dispone el ser humano, el lenguaje, cuya modulación cuidadosa es la llave que ensambla lo que creemos con lo que queremos creer, nuestra vida real con la que queremos que vean los demás. Para Carlin, el lenguaje es la puerta que une y separa en el inconsciente colectivo los compartimentos del ego y el superego.

Shit, piss, fuck, cunt, cocksucker, motherfucker, tits...

... son las siete palabras que no se pueden decir por televisión, según el bit más famoso que jamás salió de la boca de George Carlin, que es el que más han citado los mismos periodistas y media people que se pliegan a los designios de la FCC, la agencia que regula la libertad de expresión en América –ahí tienen un bonito oxímoron–. De hecho, el bit de Carlin, incluido en Class Clown (1972), hablaba de esa estupidez tan americana de prohibir en la vida pública las cosas que decimos y hacemos en la privada, citando esas siete palabras que, en efecto y salvo algunos usos permitidos, siguen vetadas en las ondas nacionales americanas. Y en parte lo están, esto es lo mejor, porque él las dijo. La noche que el bit en cuestión se emitió por la radio, un subnormal que lo iba oyendo en el coche con su hijo pequeño se quejó a la agencia, y ello desencadenó un proceso judicial que llegó hasta el Supremo, y que dictaminó, por cinco votos contra cuatro, que la FCC tenía la autoridad para regular lo que se dice en las ondas, para dibujar la línea entre lo indecente y lo obsceno, en su propia terminología de mierda. Lo que llaman bad language; George Carlin siempre dijo que, por definición, no podía existir un lenguaje que fuese malo.

Mi abuelo me decía: “hijo, me subo arriba a follarme a tu abuela”. Era un hombre sincero, y no quería mentirle a un niño de cuatro años.

Ironías de la vida, y de la religión, su madre se negó a escuchar sus monólogos porque tenían palabrotas, hasta que un día se encontró por la calle con un par de las monjitas de la Corpus Christi School a la que su hijo había asistido de pequeño. ¡Ellas fueron las que se lo recomendaron! Me lo imagino en plan “oh, Mary, ¡tienes que escucharlo! ¡El pequeño George usa palabrotas precisamente para llamar la atención sobre la hipocresía que entrañan la censura y la manipulación del lenguaje!”. Carlin contaba que eso fue lo único que pudo hacer que su madre asistiese a su obra: la aprobación de la Santa Madre Iglesia.

¿Sabéis qué es lo mejor de la necrofilia? ¡Que no hace falta llevar flores! La verdad es que ya suelen estar allí.

La energía que tenía Carlin en el escenario es algo que no se ha superado. Kinison estuvo cerca, Eddie Murphy también. Pero el primero había aprendido el estilo cristiano-anfetamínico cuando era telepredicador, y el segundo tenía veintipocos años. George Carlin mantuvo esa explosión constante de creatividad, casi a show por año y sin un descanso, con la misma fuerza del primer día, hasta el día que ha muerto con 71 tacos. Se volvió a reinventar en los años 90, cuando el resto de los stand-ups huían del escenario para hacer mierda en la tele, y siguió explorando el shock value y forzando esa dialéctica del contrato social, la ambivalencia de las ideas y las tormentas del lenguaje. Empezaba un espectáculo diciendo ¿saben una cosa de la que ya no se habla en público? ¡Los pedos vaginales! y lo terminaba con una alegoría majestuosa sobre el final del cosmos que te ponía los pelos de punta. Cojan un fragmento suyo, como por ejemplo en el que dice para mí, el terrorismo es excitante, creo que la idea de poner una bomba en un mercado y matar a varios cientos de personas es estimulante, lo veo como una forma de entretenimiento; ahora sepan que en el segundo en que terminó de decir eso el público rompió en una ovación entusiasta... ¡en la América post-11S! Ése era el viaje en el que George Carlin podía llevarte, así de bueno era.

Este país fue fundado por unos tipos que tenían esclavos y que nos enseñaron que todos los hombres nacen iguales.

Sabía explorar la psique colectiva haciendo piruetas inmaculadas, saltando con genio entre los dos extremos de ese vasto continuo, parando por el camino cuantas veces le diera la gana. Así, Carlin podía partirte el pecho con un chiste de pedos (más bien una ristra de ellos), para luego saltar a las interioridades del marketing, que también se mueve en la línea entre lo que usted hace y lo que dice hacer, entre lo que necesita y lo que compra, y podía terminar contando la anécdota de su perro Moe, que sólo tenía un huevo y se cepillaba con regularidad a su gato Vern, a quien no le importaba, para de ahí brincar de algún modo mágico a una encendida diatriba acerca de la guerra como principal activo de su país. Miren lo que decía en 1992:

Quiero hablar un rato sobre la Guerra del Golfo Pérsico, hay mucha movida en esa zona. ¿Sabéis qué es lo que más me gusta de esa guerra? Es la primera que se retransmite en todos los canales, y también por cable. Y resulta que tiene buena audiencia, ¿verdad? ¡Pues claro! ¡Nos gusta la guerra! Nos gusta la guerra porque se nos da bien. ¿Y sabéis por qué? Porque tenemos mucha práctica. Este país no tiene más que 200 años y ya nos hemos metido en 20 guerras importantes. Nuestra media es de una guerra importante cada 20 años (sic), así que somos buenos. Y está bien que lo seamos, porque ya no se nos da bien nada más. No sabemos hacer un coche decente, ni una tele o un vídeo que valgan para un carajo; no nos queda siderurgia, no sabemos educar a nuestros jóvenes ni atender la salud de nuestros mayores, ¡pero sabemos bombardear países la hostia de bien! Sobre todo si tu país está lleno de gente marrón. ¡Nos encanta, es nuestro hobbie! ¡Es nuestra tarea en el mundo, bombardear a gente marrón! Irak, Panamá, Granada, Libia... ¡si tienes gente marrón en tu país diles que se estén al loro! ¡Les vamos a meter un pepino! ¿Cuáles son los últimos blancos a los que bombardeamos? ¿Os acordáis de los últimos? Es más, ¿os acordáis de algún blanco que hayamos bombardeado? ¡Los alemanes! Esos son los únicos, y eso es porque estaban intentando quitarnos el puesto. Querían dominar el mundo... ¡una polla! ¡Eso lo hacemos nosotros!

Quizá les parece un poco tópico, pero si este tipo de discurso suena a cliché ahora, es porque él lo dijo primero, y detrás lo repitieron otros, dando forma a la conciencia colectiva. De todos los Cracks de la Comedia, George Carlin es el rey. Es, en mi opinión y sin ninguna duda, el mejor stand-up que ha habido. Sin él no habrían existido como los conocemos ninguno de los amos del late-night americano actual, incluidos –y especialmente– Jon Stewart y Stephen Colbert, ni ninguno de los cómicos formados en los setenta y ochenta y aparecidos en los noventa, como Jerry Seinfeld y Larry David, Bill Maher, Garry Shandling, Ben Stiller, Dave Chapelle o Adam Sandler, ni los genios del stand-up como Sam Kinison o Bill Hicks, ni tampoco muchos de los mejores cineastas de comedia que tienen éxito estos días, como Trey Parker y Matt Stone, Robert Smigel, Adam McKey, Kevin Smith, Tina Fey o Judd Apatow. Si les gusta Saturday Night Live, piensen que él fue su primer invitado. Es justo decir, créanme, que sin George Carlin jamás habría existido, por ejemplo, Noche Hache ni, por supuestísimo, El Club de la Comedia. ¡Piensen en el plantel de figuras de la televisión española actual si no hubiese existido! Cojan esos nombres de arriba, y los que no menciono, entre los que iremos encontrando muchos más capítulos de esta serie, y piensen en tooodos los productos en tooodos los países que se han inspirado de alguna manera en ellos. Eso les dará una idea de lo que sería un mundo sin George Carlin.



En el capítulo anterior, Sam Kinison.

27 de junio de 2008

!!!

Les explico lo que iba a hacer:

Me había planteado postear sobre una película que se estrena hoy, que tienen que ver sin falta lo antes posible, pero me siento incapaz de superar la pereza veraniega, mi incapacidad para el multitasking, y en especial todo lo que otros blogueros mucho más aplicados y brillantes han escrito ya sobre ella. Yo habría evitado la criticosis, pero le habría dado una vuelta al elemento paradójico de la aventura del protagonista, aunque habría sido una paja mental lastimosa e inútil con toda probabilidad. Por un rato me planteé escribir una súplica más o menos disimulada para que salven un poco la taquilla y así podamos ir elevando poco a poco el criterio de los distribuidores españoles (y del público, qué carajo), pero a la vista del éxito de 3 Días he preferido no hacerlo. Tampoco habría sobrado una ristra de piropos a la chica de la película, una lista tan vergonzante como descarada, reprobable desde cualquier punto de vista, pero me habría garantizado una orden de alejamiento. Por último pensaba reflexionar con ustedes sobre una casualidad concebible rematada por otra mucho más desconcertante, que me atormenta desde hace unos días, pero me queda mucho que demostrar antes de poderla contar sin la sospecha de que me están tomando las medidas para la camisa de fuerza, o por un loser oportunista y maquiavélico. El post iba a terminar con una lista de enlaces para la ocasión, pero Noel se me ha adelantado, así que a la mierda. Dejen de leer esto y vayan ahí. Y después, al cine.

Entiendan que no podía ser yo el único bloguero de España que no hablase de esa película.

21 de junio de 2008

!!!

Miren qué patán, en El Norte de Castilla de hoy.

21 de mayo de 2008

Tú antes molabas

En la reciente tradición de las series larrydavidianas hay de todo, y nada bueno: frustrados, losers millonarios, neuróticos, sociópatas, ególatras, envidiosos patológicos, pervertidos, adictos, exhibicionistas y toda clase de malparidos. Por eso nos encantan.

No se lo pierdan, porque esa corriente acaba de traer a la orilla su primer hijo español. Antonio Castelo y Adolfo Valor no vienen de crear una serie de 200 millones en sindicación, ni han protagonizado una sitcom de diez temporadas a millón de dólares por capítulo, ni han logrado perder 60 kilos de peso. Pero no importa porque, como todo el mundo sabe, en el audiovisual español las cosas buenas no queda más remedio que hacerlas al revés. Por eso se han tirado a la piscina y han arrancado la ciberserie Tú antes molabas, que podría llamarse sin problema Tú vas a molar, Tú te molas, o Tú molas, chico, dicha ésta última imitando a Ricard Solans.

Cuando la vean, sepan que están viendo un trocito del futuro. Qué trozo es ése, ni puta idea. Pero entre esto y el Cronojuego pueden ustedes hacer tiempo en lo que saco un rato para atacarles con la segunda parte de Humor vs. Comedia. No desesperen: será tan petulante, pestífero y arrebatadamente ignorante como esperan, y puede que un poco más. Salud.

28 de abril de 2008

Información de interés público

He pensado que es conveniente un pequeño post informativo para aquél a quien pueda resultar de utilidad:

La expresión “buenos días” –y todos sus derivados– constituye un saludo mediante el que se desea buena ventura al interlocutor en los próximos días de su vida o hasta la próxima ocasión en que ambos se encuentren, en la que podrán renovar tal deseo. De ahí que en ocasiones se concrete dicho deseo añadiendo “... tenga usted”, o que el interlocutor complemente la expresión con la respuesta: “... nos dé Dios”.

Siendo así no hay razón alguna para inferir que al decir “buenos días” estemos haciendo ningún juicio acerca de la calidad de dichos días, o de cualesquiera venideros.

Por lo tanto, el próximo que, en comentando una mala nueva, a un “buenos días” le añada un “... por decir algo”, se va a llevar una hostia en los morros.

Gracias.

25 de abril de 2008

3 Días

Hay veces que uno va a ver una película con verdaderas ganas. Hoy se estrena 3 Días, y es una de esas veces. La idea de un pepino espacial que va a chocar contra la Tierra me deja bastante frío en el esquema americano de las cosas; sin embargo me pone bastante peleón si tiene lugar en el culo de Andalucía, entre cardos borriqueros y pozos secos, a la sombra de los crímenes de un asesino en serie, y sabiendo que el piedro va a caer al cuarto día, sí o sí, te pongas como te pongas.

La dirige F. Javier Gutiérrez, y fíjense en él, porque además de ser jodidamente encantador es un tipo que sabe lo que hace. Esa asociación cultural (de la que usted forma parte) que es el Cine Español –entendido como hecho diferencial, ya saben– será el que decida si este señor ha llegado para quedarse, montado en su meteorito, o si pondrá pies en polvorosa y se marchará a descubrir América, que es lo que me da a mí que se está planteando. Y espero que no lo haga, porque es la clase de cineasta que necesitamos por aquí. Tiene una puesta en escena que cuenta cosas con un solo fotograma, independientemente de la punta que le quiera usted sacar a lo que está pasando, a base de trabajar elementos que, no debiendo, todavía sorprenden por aquí, como las atmósferas de sonido bien curradas y un intermedio digital bien llevado. Viendo 3 Días no tuve la sensación, que sí tengo con gran parte de los realizadores españoles, de que el director no sabía lo que iba a pasar a continuación delante de la cámara. No sé si me explico.

El guión es otro tema, pero como hoy me ha sentado bien la comida no voy a ser muy perro. Tampoco es que a nadie le importe un cuerno lo que tenga que decir, pero en este caso merece la pena ahorrar en improperios. Me gustaría saber más sobre lo que sucede desde que Juan Velarde escribe su historia hasta hoy que se estrena la película (si alguien de la producción tiene la amabilidad...), pero como no lo sé debería callarme la boca. Podría especular sin tener ni idea, que para eso tengo un blog –o qué pensaban–, y decir que las distintas versiones del guión están entretejidas una sobre la otra con demasiado relieve en las costuras y, sobre todo, con la mano grande de la Producción amasándole la cabeza a los creadores en algunos elementos, haciendo que las cosas no lleguen hasta el extremo al que debían haber llegado, manteniendo a la película a ras de suelo cuando podría haber ido más lejos.

Hay más problemas, pero ya digo: no merece la pena despotricar porque, además, usted debe ir a ver esta película. Dése el gusto de ir al cine español a ver dos millones de presupuesto currados en realización y producción de manera tan fina que hacen lucir el conjunto como si hubiese costado doce. Disfrute de una película diferente, de las que todavía no se hacen aquí, y llegado el día sólo se podrán hacer aquí, a salvo de los focus groups, el marketing previo y la ampulosidad global americanos. ¿Cuántas películas españolas ha visto usted como ésta, que arranquen con un planazo y terminen con otro planazo? Pues eso. Tiene que ir a verla para que sus seis euros aparezcan en las cifras de taquilla y los productores de este país se animen a meterse en jardines como el de esta película sin tener que hipotecar su casa. Hágalo para que F. Javier Gutiérrez no huya de España... ¡su blog ya está en inglés! Si usted se para, el cine español le atrapa. Por favor, que toda esta publicidad gratuita haya valido para algo.


21 de abril de 2008

!!!

Miren qué belleza:



Erlich, un artista, en ELPAÍS.com.

17 de abril de 2008

La hostia en la baba

Supongo que por el caso de la empleada de la COPE que ha sido despedida por invertida y descastada, Daniel Anido escribe un editorial en CADENASER.com para quedarse a gusto.


Cuando fluye la baba y el periodismo se acojona la tiniebla va cubriendo el espacio vacío; un territorio abandonado que ocupan pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados, con nombres y apellidos.

Aire fresco para mi cueva. Aunque no añada nada –no dice nada que ustedes no sepan; es más, no dice casi nada–, yo se lo agradezco sinceramente. Ya lo he comentado alguna vez, y cada vez se me hace más necesario. Creo que la parte sensata del progresismo de nuestro país todavía tiene que aprender a separar la etiqueta del nometoquesloscojones, y responder a tintero lleno a los desgraciados de la derecha que llevan la mala hostia tan a mano como la taza de café por la mañana. Ya es hora de que a algunos el frontón les empiece a devolver las pelotas: con suerte alguna les dará en los huevos.

El resto del artículo, aquí.

4 de abril de 2008

Humor vs. Comedia (1ª parte)

De las muchas conversaciones suscitadas por el anterior post, en el que me metía con Sé lo que hicisteis la última semana, he sacado la impresión de que el panorama está dividido entre los que toleran ese tipo de humor, por intrascendente, y los que ven en la comedia televisiva española un irritante quiero-pero-no-puedo, un trabajo hecho a medias. Mi filosofía es que querer es poder, de modo que un quiero-pero-no-puedo es en realidad un puedo-pero-no-quiero. Y en cuanto a la intrascendencia como excusa para la cagada fría de paloma, qué quieren que les diga. En este blog consigo no hablar de guión, pero no puedo evitar hablar desde el guión, y estas chumineces, aun sabiendo que lo son, me las tomo en serio. ¿Me lo perdonarán?

Lo que me queda claro es que por mucho que intentemos salir del bucle, seguimos siendo fieles a lo que desde el fin del franquismo ha sido la tradición cultural de nuestro país, por lo menos en lo relativo al audiovisual, que no deja de ser una muestra más de la naturaleza bipolar que usted y yo tenemos como hijos de este país. El español es un animal extraño: además de los cuernos, tiene la boca muy grande –a mí me lo van a decir–, un ojo a cada lado de la cabeza como los camaleones, un largo cuello de jirafa para mirar bien qué hace el vecino y anchas patas de elefante que le obligan al mayor contacto posible con el suelo que ha pisado siempre. Así, por mucho que miremos lejos con nuestro cuello telescópico, seguimos sin movernos del sitio, y hagamos lo que hagamos siempre parece que volvemos a nuestro suelo, por lo general de bruces, para repetirnos o regodearnos en aquello de las raíces.

Y nuestras raíces son las que son. El rollo aflamencao que nos hace exportar la Macarena, tener el destape y el guerracivilismo como grandes corrientes cinematográficas, y vivir del corazón a base de comerlo de primer plato en el menú de la tele. Somos el flamenco, las tetas, la Guerra Civil, el cotilleo, el tonto del pueblo y el señorito que se ríe de él. Y a eso terminamos volviendo: las listas de ventas suelen estar llenas de gitanadas (con perdón), por algún motivo Vicente Aranda sigue haciendo películas, y en España hay una revista de información supuestamente seria con una chica en pelotas en la portada . No digo que esté mal. Digo que es lo que hay.

Pongamos por ejemplo el mundo de la música. Cuando Franco ya empezaba a estar tocado de la próstata en los mercados negros de la cultura se producía un acceso al exterior que llegaría a desatarse con la muerte del dictador, importando a nuestro país los estilos de fuera. Entró la beatlemania, y empezamos a cambiar el jamón serrano por el lomo de sajonia. El panorama musical se llenó de grupos de pop con influencias británicas y de estilos que se daban de palos con los que marcaba la tradición ibérica. Los compositores empezaron a beber del exterior, a aprender de los que entonces sabían más porque se habían formado en un ambiente en el que las ideas podían fluir. Crecimos a base de reproducir, y Miguel Bosé hizo fortuna como imitador profesional de David Bowie.

Eso está muy bien. Uno aprende imitando cuando es pequeñito, descubriéndose por contraste, creciendo, y terminando por ejercer de sí mismo con el repertorio de lo aprendido. Uno pone su foto junto a la de aquellos a los que admira, y la mira y la explora hasta que descubre dónde empieza él y termina el otro. Cuando yo iba al cole, en Educación Plástica de 2º de EGB te daban un papel de calco para copiar un dibujo, y si te salías del contorno del original te metían una hostia. En eso consiste tener maestros: en copiarles por sistema hasta que llega el día en que, por primera vez, no estamos de acuerdo con su criterio.

Y en esa etapa está el mundo del humor en España, por lo general. Imitando, copiando, llamándolo plagio cuando copia con torpeza. Hoy en día, en lugar de beber del Reino Unido como antes, buscamos a los maestros donde están: en Estados Unidos. Así, hace unos años descubrimos la sitcom y empezamos a hacerla malamente (Canguros, Hermanos de Leche), para luego comprender que las risas enlatadas se debían al doblaje, y que las sitcoms de verdad tienen público en directo; ahí empezamos a saquear Friends de manera sistemática (Más que amigos (!), Siete Vidas). Más tarde descubrimos el stand-up confundiéndolo con la comedia observacional (El Club de la Comedia), pero un error lo tiene cualquiera. Ahora hemos descubierto las series de media hora: a ver cuántas generaciones de ejecutivos de televisión tienen que morir para que se asienten como formato.

Pero en éstas que hay un problema. Tengo la teoría de que en España no somos capaces de hacer comedia, y desde que ha muerto Rafael Azcona, mucho menos. No es por falta de sentido del humor, de ése tenemos de sobra. Lo que nos falta es la técnica, que es la herramienta que podría separar el cuello de jirafa de las patas de elefante, lo único que podría sacarnos de esa idiosincrasia nuestra, tan cañí, para poder mirarnos desde fuera, ver nuestro contorno, y poder regresar a la foto sabiendo dónde termina lo que somos y empieza lo que podemos ser; dónde termina el humorismo y empieza la comedia.

Explicaciones, ejemplos y más morralla condescendiente en la segunda parte.