El Enterao (V)
El enterao tiene serios problemas para diferenciar la inteligencia de la estupidez. Suele confundir la calidad con la trascendencia, la profundidad con la pretensión, y, en definitiva, la ética con la estética. Suele otorgar importancia a cosas que no la tienen (el propio cine es una de ellas), e inflar de contenido elementos casuales o deliberadamente vacíos. Su actitud es el resultado de considerar la masturbación mental un acto de inteligencia.
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Por ello, hay momentos en los que el enterao roza casualmente su propia estupidez, pero la descarta de inmediato al confundirla con brillantez analítica. Es el momento definitivo a la hora de catalogar a un enterao, y por ende, a un intelectual cretino: su fascinación por la pintada de "tonto el que lo lea". He aquí la escena:
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Algo acecha entre la niebla. Tras unos segundos de suspense, se adivina una luz rojiza en la blancura. Oh, es el pitillo de Garci, y la niebla es el humo que llena el plató de Qué Grande es el Cine.
Los muy tertulianos contertulios han visionado Reservoir Dogs, y ahora comentan sus entresijos; alguien menciona la anécdota del Plano del Globo Naranja. “Derroche de significación”, “alarde simbólico”, pensarán para sí; alguien habla de la rueda de prensa en la que a Tarantino le preguntaron por ese detalle, y lo que respondió. “Estábamos por allí”, o algo parecido, “y pasó un crío con un globo naranja. Se lo pedí prestado un momento y lo metí en el plano. Imaginé que sería uno de esos detalles que hacen que los gilipollas de los críticos se pajeen durante meses”.
Uno por uno van escogiendo su momento favorito, el plano que más les asombra o la situación más memorable. En esta ocasión lo tienen fácil; hay dónde elegir: la polla de Madonna, los créditos, plano secuencia del Sr. Rubio, la oreja cortada, el cuento del retrete, el disparo fantasma...
Llega el turno de Rodríguez Marchante. “Oti, ¿cuál es tu momento preferido?”
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El puto globo naranja.
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Continuará en... El Enterao (VI).
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