13 de octubre de 2006

Estoy preocupado

Empiezo a pensar que el problema que tiene el audiovisual español no es tanto de semilla, sino de terreno. Nunca he compartido esa idea de que en España hay mucho talento por descubrir; siempre me ha parecido una afirmación tirando a temeraria, y bastante alejada de la realidad. Sin embargo, tengo que admitir que creo sinceramente que tengo futuro, y presumo de estar embarcado con mi socio en el mejor proyecto que ha visto este país en mucho tiempo. Si no me lo creo yo, es absurdo seguir adelante, y no puedo dejar a mi madre sola en esa fe. Así que tengo que asumir que si estamos mi socio y un servidor, y algún otro conocido mucho más talentoso y arrojado que yo, es porque sí existe ese cultivo de creativos de cine y tele.

Entonces, ¿qué carajo pasa? ¿Dónde encontrar la explicación para “El Mundo de Chema”, “Ellas y el sexo débil”, el refrito de “Anatomía de Grey” que planean Telecinco y Videomedia, y que apestará tanto como “Hospital Central”, “El Inquilino”, o la sola idea del remake de “Matrimonio con hijos”? Y eso es sólo en la superficie. ¿Dónde, en esta nueva época dorada de la televisión, las series espléndidas americanas, hechas por gente criada a la teta del cine, en cine y en panorámico, se siguen emitiendo en fullscreen? ¿En qué clase de país se concibe una actuación musical en playback, de modo que cuando no lo es se señala como un logro (voz y música en directo)? ¿En qué país se cortan las series nada más terminar la cabecera, o se inserta un corte publicitario 25 segundos antes del fundido a negro en el que encajaría de forma natural, o se corta una película en mitad de una pelea, como acabo de ver? ¿En qué país se ignora eso llamado fidelización, y se hacen dos temporadas de 13 capítulos en lugar de una de 26?

Aquí.
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En fin, que son ésas y otras doce mil chapuzas diarias, que junto con las que he vivido en mis carnes durante el último año y pico –hablaré de ellas en otro momento– me hacen preguntarme si, en el caso improbable de que existiese ese talento subterráneo del que hablan algunos, éste tendría manera de asomar. En los momentos de bajón me pregunto si no estoy intentando cultivar arroz en Almería. Quizá no hay manera, hoy por hoy, de hacer nada bueno en España. A lo mejor resulta que estamos en un erial en el que no puede crecer la hierba, después de cuarenta años de Atila y treinta de caballos.

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