Secuelas
El ser humano ha cruzado otro Rubicón. Primero domamos al perro, más tarde hicimos fuego, después aprendimos a controlar la electricidad y descubrimos cómo volar. Lo hemos vuelto a hacer. Hemos aprendido a hacer secuelas.
¡A la mierda aquello de “segundas partes nunca fueron buenas”! ¿Alguien duda de que hemos abolido ese principio como el que corrige la fórmula de un medicamento? Se van eliminando los efectos secundarios perniciosos, como los de Star Trek o Superman, los Psicósis, exorcistas, academias de policía, rockys y rambos que te hacían desear una muerte violenta. Sigue habiendo de todo, como siempre, pero se nota que las generaciones marcadas a fuego por esas ristras de morcillas de los 80 han logrado perfeccionar la máquina y han aprendido la ciencia de la continuación. Y excavando, excavando, han dado con una mina.
Había que aprender de los que abrieron el camino, de los que comprendieron que en una buena secuela, como en una mina, no se abre camino hacia arriba sino hacia abajo. Las continuaciones fallidas siempre fueron las que querían hacer la misma película, pero en voz más alta: más presupuesto, más malos, más acción, más de todo. Robocop 2: ¿malo humano con secuaces? ¡Malo robot con ejército! ¿Un brazo amputado? ¡Descuartizamiento! ¿Huelga de polis? ¡Anarquía! Me imagino la primera reunión de concepto de Speed 2: “¿qué es más grande que un autobús y lo puede conducir una mujer? (...) Rápido señores, tenemos un gran zurullo que cagar”.
James Cameron entendió esto y decidió llevar Alien a sus orígenes. Nos hizo volver al planeta inmundo aquél, y nos mostró “quién pone esos huevos”; nos enteramos de quién era Ripley y de qué había dejado en casa el día que se subió a la Nostromo; nos llevó más lejos en todas y cada una de las líneas que trazaba la primera película, y todo con esa inyección de esteroides que sólo él sabe administrar. Véase Terminator 2, que es el resultado de tratar la primera parte con hormonas del crecimiento. Lo mismo comprendió Zemeckis, que en Regreso al Futuro II nos devolvió a la primera parte excavando una capa adicional. De nuevo, hacia abajo, hacia las profundidades, llegando a la virguería de explorar el background de un protagonista contándonos su futuro. El Imperio Contraataca nunca me ha servido como ejemplo de segunda parte mejor que la primera, porque cualquier película parece mejor si no la dirige George Lucas; además, La Guerra de las Galaxias es tal vacío argumental –el mejor disimulado de la historia– que ante él cualquier pequeño descubrimiento genealógico impresiona cantidad.
Miren Piratas del Caribe 2, por ejemplo, que tiene uno de los mejores guiones de los últimos tiempos, y el que diga lo contrario no tiene ni puta idea. Por Dios, si hasta recupera ese arte en vías de extinción que es la presentación de personaje –¿por qué los guionistas parecemos habernos olvidado de lo importante que es?–. La presentación de Jack Sparrow en esta película está a la altura de la de Harper, coño. De hecho, es triste que las de Piratas del Caribe sean tan buenas. Es triste que un productor palomitero como Jerry Bruckheimer, un mercenario sin escrúpulos como Gore Verbinsky y un par de sex-symbols de quinceañeras se junten para hacer una película que, repito y repetiré, es de las mejores de los últimos años. Y no me refiero a la pasta ni a los FX, sino a lo esencial: guión y dirección. Pura artesanía, relojería suiza. Y encima, un negocio del copón bendito, lo que asegura su supervivencia.
Terminator 3, Spiderman 2 y 3, X2 y X-Men 3... Otra convención que el medio se ha cargado, otro cambio de chip. Ahora la ficción televisiva es más interesante que la cinematográfica, el cine aprende de la televisión y hace series de a 200 millones por capítulo. Y las hace bien. Es triste porque el cine pequeño, el “independiente”, el que se suponía que era más interesante (?), está enredado persiguiéndose el rabo de festival en festival, a un paso de convertirse en esos perritos con pedigrí que sólo parecen bonitos a sus dueños y a los cuatro enteraos que van a los concursos caninos.
¡A la mierda aquello de “segundas partes nunca fueron buenas”! ¿Alguien duda de que hemos abolido ese principio como el que corrige la fórmula de un medicamento? Se van eliminando los efectos secundarios perniciosos, como los de Star Trek o Superman, los Psicósis, exorcistas, academias de policía, rockys y rambos que te hacían desear una muerte violenta. Sigue habiendo de todo, como siempre, pero se nota que las generaciones marcadas a fuego por esas ristras de morcillas de los 80 han logrado perfeccionar la máquina y han aprendido la ciencia de la continuación. Y excavando, excavando, han dado con una mina.
Había que aprender de los que abrieron el camino, de los que comprendieron que en una buena secuela, como en una mina, no se abre camino hacia arriba sino hacia abajo. Las continuaciones fallidas siempre fueron las que querían hacer la misma película, pero en voz más alta: más presupuesto, más malos, más acción, más de todo. Robocop 2: ¿malo humano con secuaces? ¡Malo robot con ejército! ¿Un brazo amputado? ¡Descuartizamiento! ¿Huelga de polis? ¡Anarquía! Me imagino la primera reunión de concepto de Speed 2: “¿qué es más grande que un autobús y lo puede conducir una mujer? (...) Rápido señores, tenemos un gran zurullo que cagar”.
James Cameron entendió esto y decidió llevar Alien a sus orígenes. Nos hizo volver al planeta inmundo aquél, y nos mostró “quién pone esos huevos”; nos enteramos de quién era Ripley y de qué había dejado en casa el día que se subió a la Nostromo; nos llevó más lejos en todas y cada una de las líneas que trazaba la primera película, y todo con esa inyección de esteroides que sólo él sabe administrar. Véase Terminator 2, que es el resultado de tratar la primera parte con hormonas del crecimiento. Lo mismo comprendió Zemeckis, que en Regreso al Futuro II nos devolvió a la primera parte excavando una capa adicional. De nuevo, hacia abajo, hacia las profundidades, llegando a la virguería de explorar el background de un protagonista contándonos su futuro. El Imperio Contraataca nunca me ha servido como ejemplo de segunda parte mejor que la primera, porque cualquier película parece mejor si no la dirige George Lucas; además, La Guerra de las Galaxias es tal vacío argumental –el mejor disimulado de la historia– que ante él cualquier pequeño descubrimiento genealógico impresiona cantidad.
Miren Piratas del Caribe 2, por ejemplo, que tiene uno de los mejores guiones de los últimos tiempos, y el que diga lo contrario no tiene ni puta idea. Por Dios, si hasta recupera ese arte en vías de extinción que es la presentación de personaje –¿por qué los guionistas parecemos habernos olvidado de lo importante que es?–. La presentación de Jack Sparrow en esta película está a la altura de la de Harper, coño. De hecho, es triste que las de Piratas del Caribe sean tan buenas. Es triste que un productor palomitero como Jerry Bruckheimer, un mercenario sin escrúpulos como Gore Verbinsky y un par de sex-symbols de quinceañeras se junten para hacer una película que, repito y repetiré, es de las mejores de los últimos años. Y no me refiero a la pasta ni a los FX, sino a lo esencial: guión y dirección. Pura artesanía, relojería suiza. Y encima, un negocio del copón bendito, lo que asegura su supervivencia.
Terminator 3, Spiderman 2 y 3, X2 y X-Men 3... Otra convención que el medio se ha cargado, otro cambio de chip. Ahora la ficción televisiva es más interesante que la cinematográfica, el cine aprende de la televisión y hace series de a 200 millones por capítulo. Y las hace bien. Es triste porque el cine pequeño, el “independiente”, el que se suponía que era más interesante (?), está enredado persiguiéndose el rabo de festival en festival, a un paso de convertirse en esos perritos con pedigrí que sólo parecen bonitos a sus dueños y a los cuatro enteraos que van a los concursos caninos.
4 comentarios:
De todos los ejemplos que has ido poniendo, coincido en todos con tu opinión. Ahora bien, lo de Piratas de Caribe 2...no me lo esperaba. No. Ni de coña. He visto las 3. La última ayer. Y...vaya tela. La primera. Si. Me parece muy buena. Toda una sorpresa. Ahora bien. No voy a poner en tela de juicio el guión porque no me considero un experto y puede que se me escapen cosas que tú si ves, pero....no se si será porque a más pasta, más de todo. A mí me decepcionó. Sobre todo, el personaje de Sparrow. En la segunda parte me parece una loca. Le faltan los tacones y las lentejuelas. Aparte de pasarse las dos horas largas corriendo de acá para allá sin motivo alguno. Bien es cierto, que tras leer tu comentario, me dan ganas de verla otra vez, porque no me acuerdo de muchos detalles, y mucho menos, de esa presentación tan magistral del personaje que dices. En cuanto a la tercera, pues no voy a destripar nada, por si no la has visto, pero después de la segunda...poco se podía hacer. Y asi ha quedao la cosa. ILM luciéndose otra vez, aunque cada vez tienen la capacidad de impresionarme menos y unas interpretaciones dignas de una serie protagonizada por Arturo Fernández. En cuanto a guión y dirección. A lo mejor son magistrales. Pero a mi no me han convencido en absoluto. Enhorabuena por el blog.
chacho!!! cuanta letra!!! jajajaj
mas videos!
Vania, la segunda de Piratas es soberanamente aburrida, te presente mejor a Jack Sparrow o te presente a toda su familia de piratas medio afeminados... Es lo mismo, aburre, y mucho.
Y eso creo que va en contra de todo lo que hemos hablado muchas veces y que tú tanto defendías: "Ante todo una peli debe entretener y divertir". Supongo que a ti no te aburrió, pero te digo que a mi sí, y a la inmensa mayoría de los que he consultado (entre los que hay eruditos y gran público). Pero bueno, para gustos los colores..
PD: Y ojalá todas las películas tuvieran el vacío argumental de la guerra de las galaxias... ¡OJALÁ!
bueno, Tarantino se cargó al cine independiente (festival de sundance inclusive).......
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