27 de septiembre de 2008

Humor vs. Comedia (2ª parte)

Previously on !!! ponía el ejemplo de la música española de los 70 para explicar la necesidad que tienen los creativos de reproducir sus influencias al tiempo que se ven reproducidos en ellas, especialmente cuando el medio artístico en el que se mueven es nuevo y/o está poco explorado. Perogrullada: este fenómeno tiene que ver con lo más profundo de nuestra forma de ser y, como cualquier otra de nuestras cualidades, se ve amplificado o reducido por el medio en el que nos desenvolvemos. Si aplican eso a nuestras fronteras... en fin, ya me siguen. Permítanme que abrase con lo de la música un momento. Después de los años de renovar viendo lo que hacían fuera para ir contra lo que entonces era el Sistema, la música en España llegó a lo que se llamó Movida Madrileña, que en mi opinión es como el Ferrán Adriá que de tanto transgredir acaba en la coprofagia.

¿Quién soy yo y a dónde voy?
(¿Quién es él y a dónde va?)
¿De dónde vengo y qué planes tengo?
(¿De dónde viene y qué planes tiene?)
Gran ganga, gran ganga, soy de Teherán
(Gran ganga, gran ganga, él es de Teherán)
¡Calamares por aquí, boquerones por allá!
Aaaaaaah...


Me dirán que eso es comedia, no música. Me dirán que Almodóvar y McNamara eran algún tipo de sátira, y les daré la razón. Se supone que Sé lo que hicisteis también es una sátira, pero mi sensación es que termina convertido en aquello que parodia. Como Torrente. Como el Chiki-Chiki. No los desprecio, al contrario: admiro la maquinaria empresarial que llevan detrás. Querer ganar pasta con uno de esos fenómenos cómico-mediáticos está muy bien, pero tiene el problema de terminar quemando el producto. Del mismo modo que queman a los guionistas de comedia en España, como Santiago Segura quemó las intenciones de su personaje y como el Chiki-Chiki pudiera haber quemado, Eurovisión no lo quiera, al actor que está detrás. ¿Por qué? Porque no son comedia, sino humorismo. ¿Y qué es la comedia? La expresión de pánico que hay en mi cara al teclear esto.

Es casi imposible –y bastante inútil– dar una definición de comedia. Es un mecanismo tan primitivo como el fuego, tan simple y tan complejo a la vez, que podemos divagar acerca de sus características pero en realidad sólo interesa una cosa: si quema o no. Voy a dar una definición, de las miles posibles, y les pido disculpas de antemano por el cumshot intelectual que se les aproxima. Recuerden que hablamos en concreto de la comedia oral, discursiva, la que se ve en la mayoría de los programas de humor y en el stand-up. Atención:

La comedia es el discurso que racionaliza la realidad, la descompone en capas de prioridad, y la devuelve al espectador alterando el orden de las mismas. Aquí tiene el papel higiénico.

El humor, por contra, tiene más que ver con el cómo que con el qué. Humor es un acento, una jeta rara, un chiste de Jaimito. Cuando uno sobreexplota y sobreexpone el humor, sigue funcionando, y si se agota será por hastío del respetable o por suicidio del autor. En cambio, si se hace lo mismo con la comedia, deja de ser graciosa en el acto. Por muy genio que sea Woody Allen, si le ponen a escribir un programa de comedia de dos horas diarias al cabo de los primeros 20 minutos de programa las únicas risas que oirán serán las de su psicoanalista viéndose venir la factura del mes siguiente. Si cogen ustedes a Chiquito de la Calzada, uno de los más grandes cracks del humorismo –fíjense que no he dicho cracks de la comedia–, y le ponen a contar chistes a su manera durante dos horas todos los días, acabará usted hastiado y embrutecido, pero Chiquito será consistente en su trabajo. Tan sólo necesitará unos litros de Redbull.

Ésa es la verdadera tonterida española. Aquí tenemos un sentido del humor envidiable, nos reímos hasta de nuestra puta madre. Tenemos humoristas para aburrir, literalmente, pero cómicos en el sentido estricto ha habido muy pocos. Y los que ha habido han tenido un pie en uno de los géneros históricos sin llegar a lograr una autonomía creativa total: Miguel Gila en su costumbrismo, Tip y Coll en el surrealismo o Martes y Trece con su herencia del entremés, siendo muy grandes los cinco, son buenos ejemplos de esto. Gila en concreto es para mí lo más cercano que hemos tenido al stand-up comedian americano, al menos en las ocasiones en las que nos ha salido natural, sin copiarlo.

De ahí viene esto, ¿recuerdan? El copypaste lastimoso de SLQH a un clásico instantáneo de Sarah Silverman y el equipo de Jimmy Kimmel Live, que por cierto, les reportó un buen par de Emmys. Por supuesto, los chicos de la Sexta no son los únicos carteristas, como comentaba Galahan. Lo que yo digo, e intento quitarle hierro, es que eso es ser español ahora mismo en el mundo de la comedia. Copiamos porque estamos aprendiendo. Éticas difusas y malas artes a un lado.

Así funciona desde hace unos años, cuando gracias a Seinfeld alguien decidió importar el stand-up comedian y lo que trajo fue uno de sus géneros, la comedia observacional, y nos hartamos de escuchar a actores que no eran cómicos hablando de por qué las mujeres van de dos en dos al baño, de cómo responder cuando tu novia te pregunta si le queda bien el vestido, y por supuesto haciéndose la pregunta de por qué no construyen todo el avión del mismo material con el que hacen la caja negra. Pero si se fijan, la comedia observacional es ya por definición un refrito de elementos previos que no requieren un motor creativo propiamente dicho, sino más una capacidad regurgitadora –no lo desprecio, es un talento valiosísimo– que enlaza de alguna manera con la definición pedantesca que les he vomitado más arriba. España es un terreno especialmente propicio para esa hortaliza.

Por poner nombres, piensen en Pablo Motos, a quien descubrimos en El Club de la Comedia como uno de los pocos que desde el principio recitaban su propio material (o se le supone). Ahora vive de cosas como la incapacidad del españolito para pronunciar las letras de canciones (canciones, una vez más, de otra gente) o de plagiar sketches como éste un día y otro también. Otro ejemplo es el de Ángel Martín, un tipo más que competente que sin embargo no parece querer o poder escapar a la referencia previa: en La Noche de Fuentes empezó siendo la tercera entrega de la Trilogía Pánfila que empezó Tonino Guitián y continuó Ramón Arangüena, y ahora vive, directamente, de ser muy gracioso comentando la tele que hacen los demás. El mejor programa de humor que ha habido en años en España, Muchachada Chanante (¿La Hora Nuí?), tiene momentos de brillantez absoluta pero sin salirse de ese marco ibérico: un tercio de dichos momentos tiene que ver con una imitación y otro consiste en hablar con acento gárrulo-manchego.

Lo que les decía: eso es el Humorismo. El triufo del cómo sobre el qué; el refrito, la repetición de esquemas de éxito, los acentos, las muecas, los trompicones; la conexión con la nostalgia y el elemento generacional, que suponen puentes más directos que los trabajos arduos de creación de la Comedia: las grandes sitcoms, la técnica infalible de los monólogos de Johnny Carson, los andamiajes lingüísticos del maestro Carlin o el glorioso Who’s on first? o la maquinaria (por épocas) perfecta de Saturday Night Live. The craft, que le llaman. El Oficio, que entraña una ética profesional, un rigor, un respeto al público, y en especial al trabajo de uno mismo. Eso de lo que aquí andamos sobrados. ¿Recuerdan que en un capítulo de Studio 60 prácticamente sacaban a los abogados de la cama ante la posibilidad no comprobada de haber plagiado material ajeno por accidente? Pues eso.

Humor o Comedia. Decidan ustedes dónde colocar ambos mundos en su esquema de prioridades: son el público, así que tendrán razón. Mi opinión es que mientras los españoles seamos como somos, tendremos mucho humor y muy poca comedia.

10 comentarios:

thehardmenpath dijo...

Racionalizaré mi esquema de prioridades, descompondré ambos mundos y se los devolveré a Sofres alterando el orden de las mismas.

Que es lo que hace todo el mundo.

Anónimo dijo...

Ainss, cómo me gusta lo que escribes y cuanto aprendo leyéndote. Pero... toallitas húmedas tendrías? Es que el papel higiénico...

Anónimo dijo...

Estimado Tío Vania:

Me averguenza ligeramente comentar algo minimamente inteligente tras su - como suele ser habitual - brillante post; pero dicen que "la ignorancia da alas" (mmm, curioso, como el Red Bull...) y en ese aspecto ando bastante sobrado.

Coinciendo con Vd., creo que la base de todo reside en que en esta nuestra España actuamos en todo momento con la improvisación. Y no, no me estoy refiriendo a un escenario, un micrófono y un tipo con cierta rapidez mental.

En los años 70, la empresa francesa Citroen mandó a unos ingenieros alemanes a la planta de fabricación que los primeros tenían en la ciudad de Vigo, por unos problemas en la maquinaria. Y, cual sería la sorpresa de los directivos galos al recibir un informe de los expertos enviados en el que decían que se veían inicialmente impedidos a solucionar el problema, dado que los operarios españoles utilizaban un tipo de medida diferente al resto de Europa, lo que ocasionaba graves dificultades a la hora de calibrar la maquinaria. La medida en cuestión era... "el pelín".

Más allá de que se trate de una leyenda urbana (que el que suscribe aceptó como verídica), lo cierto es que la anécdota en sí es, no sé si coincide conmigo, divertida. Ahora bien: el componente gracioso de la misma surge de manera expontánea, como chanza por la simple diferencia de códigos entre los interlocutores.

La comedia sustenta su desarrollo en un andamiaje calculado milimetricamente (oh, Les Luthiers), fruto de un esfuerzo creativo que, por desgracia - bien por falta de talento (que no creo), bien por falta de medios o exceso de miedos (más bien) -, no se prodiga en nuestros escaparates culturales varios.

No perdamos la esperanza. Siempre habrá alguien brillante y con cierta inestabilidad mental (un echao p'alante, vamos) que dé el primer paso y ponga la comedia española donde se merece. Y no hablo con segundas.

Comunicándole que, a partir de ahora, voy a trasladar mi blog a su sección de comentarios - con el correspondiente pago de alquiler de ocho arenques ventrílocuos, como acordamos -, reciba un afectadísimo saludo, reiterando mi admiración por el post.

Anónimo dijo...

Cuánta verdad hay en tus palabras querido Vania. Me ha encantado este post, asi que te regalo una gota de ¿humorismo? haciendo como Ángel Martin (no, no voy a plagiar) poniéndole un mote a uno de tus mencionados, el señor Motos, al que a partir de hoy llamaré PLAGIO MOTOS :D Un abrazo

quitus dijo...

solo una pregunta, por el tema Pablo Motos,
¿el hormiguero es de la "Trinca? lo digo, por que un sus tiempos (habló de su "etapa en tv3") se dedicaban a "plagiar sketch" de series británicas. eso lo pensé mucho tiempo, hasta que me entere (creo que comentado por uno de los propios "Trincos") que iban a las islas británicas, compraban los "royalties/copyrigts" de los gags y se volvían para Catalunya para grabarlos ellos mismos. ¿puede que ese sea el caso de Pablo Motos?

(eso no quita que sea una falta de ingenio total, pero almenos si fuera así, Motos habría pagado para usar ese material.....)

¿nombre¿ dijo...

Por no mencioanr que gente como Emilio Aragón ha hecho del homenaje (o plagio descarado en mi opinión)un arte. Este hombre ha creado un imperio de billetes copiando lo que ha podido y más.

Excelente artículo, da que pensar ( y mucho). Me voy a por papel higiénico.

Milgrom dijo...

Yo no veo problema en que en España tengamos Humor, eso sí siempre y cuando honestamente nos lo vendan como eso y no lo intenten disfrazar de supuestas comedias. La tradición española del cuenta chistes, es desde mi punto de vista, mil veces más respetable que la del supuesto "humor inteligente" de los monologuistas de hoy en día, que te venden sus refritos sin gracia como si fueran la panacea de la comedia definitiva.

Hacer Humor es menos elaborado que construir Comedia y además el público es mucho menos exigente en cuanto a sus baremos de calidad. A veces, guionizando comedia, creemos que funcionará mejor un gag sin venir a cuento que se salga de la tónica general, pero que aporte sus cuatro risotadas, pero que a la larga es contraproducente.

Anónimo dijo...

La comedia es el humor experimental. La hay por ahí, pero no creo que ningún productor de Tv, como ocurre con el cine del mismo corte, quiera apostar por ella.

Anónimo dijo...

Y añado si se me permite. El ÚNICO que hace comedia en este país es Ignatius Farray.

Puertas dijo...

ignatius me hace mucha gracia, pero no nos engañemos, se basa mucho en su acento y en su prodigiosa capacidad de abrir la boca como si de una piton se tratase.
saludos vania, te hago la ola como siempre.