9 de septiembre de 2006

Pepe Rubianes, actor homosexual y pro-etarra, insulta gravemente a España

Éste es uno de los títulos bajo los que aparece en YouTube el vídeo de Rubianes que tiene a todo el mundo cotilleando estos días. Le he corregido la puntuación y las mayúsculas, que ya se sabe que hay gente a la que no le puedes pedir que redacte como es debido. En descargo del que lo ha escrito diré que por lo menos España estaba con mayúscula. Y mira que me gusta poco meterme a comentar idioteces, más si son las que abarrotan los periódicos y las radios, pero es que ésta me toca la fibra sensible, qué le vamos a hacer. Supongo que igual que a la gente que abre el periódico cada día buscando con qué ofenderse hoy.

En su día colgué un trozo del vídeo bajo el título Amén. No tanto porque estuviese de acuerdo con sus palabras, que también, sino por la admiración que me despertó. ¿Por qué? Porque estoy harto de personalidades públicas, de periodistas, actores, tertulianos, contertulios y demás, de declarantes en definitiva, que hablan más con el monedero, la corbata o la boina que con las tripas. Estoy hasta los huevos de sucedáneos, copón. Por eso agradecí las palabras de este tío, y eso que no me cae especialmente bien. Si rastreáis el blog podréis averiguar qué opinión suele provocarme el intelectual-izquierdista-militante medio, actor para más señas, y esa opinión es mucho más sarcástica si encima lleva un pañuelito al cuello como el jodío perro aquél de Stan Marsh.

Lo que agradezco es que alguien deje de decir lo que se supone que debe decir, y diga lo que tiene que decir. Que hable con las tripas, o con el corazón, me es indiferente. Y no me digas que con lo que hay que hablar es la cabeza, porque te daré la razón. Pero lo cortés no quita lo valiente. Se pueden decir cosas sensatas, medidas con la razón y el sentido común, pero que sean verdad, al menos mi verdad. Cuando oigo la opinión de alguien, un amigo, un conocido, o un tipo al que veo en la tele mientras ceno, no quiero que me diga verdades universales, corregidas por el censor del qué dirán. Quiero que me diga su verdad, razonada e inteligente a ser posible, pero desde luego que sea con todas las letras y sin filtrar. Porque para eso ya estoy yo, que escucharé sus palabras y las valoraré, después de meditarlas, como crea que mejor... Qué carajo, las valoraré como me salga de los cojones, que para estamos en este mundo. Tú dices lo que te dé la gana, y yo opino de ti lo que me dé la gana. Ésa es la idea.

Foucault decía que la ambigüedad desplaza a la autenticidad en todas las cosas, y tenía razón. Y no es que todos los opinadores sean ambiguos, pero sí supeditan su juicio a una serie de máximas de corrección... diré magnánimas, que además de darme auténtico pavor –acaban siendo un instrumento de uniformización peligroso– me tocan la moral por lo mismo que los intelectuales y esa ralea informada: su complejo de superioridad.

Escuchando la tertulia de la SER ha quedado claro que nadie había comprendido realmente las palabras de Rubianes, cosa inexplicable ya de entrada, pero que además habían hecho caso al primer retrasado que, seguramente desde las ondas coperas y similares, haya vociferado en favor de la castración y expulsión de España del actor del fular. Y eso es muy triste, porque significa que, aunque digamos que no, el paso político de este país sí lo marcan los fascistas de toda la vida, los que se ventilaron al Lorca del que Rubianes anda poseído últimamente, y los nietos y bisnietos de aquéllos, que ahora censuran obras de teatro y ponen bombas en el camerino de Leo Bassi. Y lo que más me jode: son esos fachas los únicos que sí parecen estar hablando de corazón con todas sus gilipolleces sobre la desintegración de la Joya de Occidente y la rendición del estado de derecho y la invasión bereber y otros grandes éxitos de Aznar y sus esbirros.

Si Rubianes estaba hablando de una España es de ésa, de la de los próceres, los puritanos y los pantanos, no de la democrática y plural, de la de ahora. Pero nadie se ha enterado. Estamos todos demasiado distraídos con lo estupendamente que hicimos la transición y tal, y se nos han caído los huevos por el camino. Qué desteñidos estamos. Donde antes había rojos –rojo sangre, rojo corazón– ahora hay rosita pálido. El color del talante. Al final va a resultar que Pepe Rubianes es el menos maricón de todos.

6 comentarios:

Aurë dijo...

Pues eso: "Amén".

¿Para qué añadir algo más? Lo has clavado.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Por tu post 100 (pensé en hacer lo mismo, pero lo dejaré ya para el 250 si es que lo alcanzo) he llegado a este de Pepe Rubianes. Olé.

Anónimo dijo...

No sé quien eres y llego tarde. Acabo de leer el liro de Pepe "M'hen vaig" y lo cierto es que un gran tipo, de los pocos que tienen la cabeza clara, con sentimientos hacia los demás, cosa que en España aún está por ver, porque cada cual va a la suya, sin pensar en nada más que en sí mismo. Pepe es una persona íntegra, y como tal dice las cosas tal y como las piensa, aunque aquel día hay que ver que se trataba de una parte de un monólogo de una obra suya. Claro que para sacar las cosas de contexto para influir en los que tienen ganas de colgarlo, cualquier pretexto vale, y aquí, en Spain son muchos los que le tienen ganas.

Anónimo dijo...

No insultó a nadie que no mereciese ser insultado. Pepe Rubianes era un señor, un genio, una mente clara, privilegida. ERA y SERA SIEMPRE (PORQUE ES IMMORTAL) EL MEJOR. Y muchos estamos de acuerdo con todas y cada unas de sus ideas.

Anónimo dijo...

Pepe no insultó a España, simplemente describió una serie de características sobre una parte de esa España oscura y medieval (afortunadamente, no toda es igual de bárbara, facha, retrógada, homófoba y catalanófoba). Además Pepe Rubianes ni es gay ni proetarra. Puedo dar fe de ello. Georgina.

Anónimo dijo...

Des d'aquí, Pepe, estiguis on estiguis, Catalunya i Galícia t'estima. TOTS SOM PEPE RUBIANES.

Moitos bikos!!!