30 de mayo de 2007

Mala prensa

Esta mañana me ha dado por encender la radio, Cadena SER. Lo primero que escucho es a Francino presentando la sección de hoy de Bernat Dedéu, un periodista que vive en Nueva York y contribuye al programa con su perspectiva privilegiada. Desde lo alto de un rascacielos, digo yo. Después de Jon Stewart y Stephen Colbert (!), hoy hablamos, dice Francino, de otro cómico: Bill Maher. Lo pronuncia “májer”, que es empezar mal. Se conoce que la SER no tiene becarios suficientes para averiguar cómo se dice un nombre extranjero, empezando por el propio autor de la información, que pronuncia el nombre correctamente dos o tres veces dentro de la pieza que se escucha a continuación, lo que hace que un fallo así –minúsculo, insignificante, digan lo que quieran– no tenga perdón. Lo siguiente es una pequeña biografía de Maher en la que varios datos bailan o sencillamente son erróneos; los reproduciría, pero sólo me acuerdo del referente a su edad: “cuarenta y tantos”. Eso es rigor informativo. Tiene 51. De nuevo, entrar en su ficha en la Wikipedia es demasiado trabajo para el periodista, y los becarios se dedican a cosas más importantes, como cambiar el filtro de la cafetera.

A continuación, meten dos audios de Real Time with Bill Maher. Del programa de hace dos semanas, no vayan a pensar que han investigado para encontrar las palabras más representativas. Pero aquí viene lo grande. En el segundo corte, Maher habla sobre la visita de Tony Blair a George Bush con motivo de la retirada política del primero. El chiste: “Dick Cheney had to be restrained, because usually when he sees two lame ducks, you know (a Dick Cheney tuvieron que encerrarlo, porque cuando ve dos 'patos mareados', ya se sabe)”. Hay que explicar que lame duck es como llaman por allí a un responsable político que no puede o no quiere presentarse a la reelección; aunque no haga falta explicarlo, el chiste que hace Maher, usando la expresión al pie de la letra, pone a Bush y Blair en la misma tesitura que al abogado al que Dick Cheney pegó un tiro en la cara durante una cacería, hace algún tiempo. No hay mucho más que decir sobre un periodista que comete la torpeza de escoger un bit intraducible para su programa de radio. Aun así no parece un problema muy grande si uno tiene un poco de salero: “cadáver político”, “político cadáver”... en fin, ya me entienden. Pues adivinen cómo lo ha traducido.

¿Lo quieren saber?

¿“Two lame ducks”?

¿En la SER, que es la mejor radio de España, al menos hasta que alguien me demuestre lo contrario?

¿Se lo digo?

¿...?

Ahí va.

“Dos perros lamiéndose el culo”.

Sic.

Quiero pensar que ha sido poca creatividad en la traducción, y no que un habitante de la Gran Manzana haya creído escuchar “lame dogs” y crea que eso significa “perros lamiendo”. Debe de ser que me queda algo de buena voluntad en el cuerpo. Yo he tardado 8 segundos en encontrar con Google una trascripción del chiste (aquí, en el 18-19 de Mayo... ya se lo decía yo: ¡el penúltimo programa!) y dudo mucho que yo sea más listo que el Sr. Dedéu o que él no tenga una conexión a Internet a mano. Más creo que es un problema de falta de seriedad, de escrupulosidad en el trabajo. No hace falta ser un perfeccionista, aunque serlo nunca perjudicó a los resultados, sino todo lo contrario; basta con ser metódico, concienzudo. Lo que de toda la vida se ha llamado ser un profesional.

Resulta que la comedia americana es de las dos o tres cosas de las que sé algo (sobre Maher escribí esto). En el resto de las cosas soy un completo ignorante. Si lo primero que escucho en una radio sobre cómicos americanos, esos que no llegan a saltar el Atlántico, es una sarta de chapuzas periodísticas que me da vergüenza ajena, ¿debo suponer que cuando hablan de índices bursátiles, agricultura ecológica, bádminton, en fin, lo que sea, la están cagando de forma semejante? Extrapolando, parece lo más probable. Que en cada párrafo que dicen en el Telediario me estén colando una falsedad rotunda, dos o tres inexactitudes, una mala elección informativa general, que un tercio de los nombres estén mal pronunciados, y la traducción sea más que nefasta. Esa posibilidad me acojona. Pongan un informativo televisivo, el que sea, y cuenten los segundos hasta ver un rótulo en pantalla con una errata o una falta de ortografía. Les aseguro que no tendrán que esperar mucho rato.

Y digo yo. La política nos la cuentan los periodistas. Las elecciones, la crispación, la guerra, el terrorismo, nos lo cuentan los periodistas. La ciencia nos la hacen llegar los periodistas. La televisión la hacen los periodistas. Las novelas las escriben los periodistas. A los presidentes los eligen los periodistas. El mundo lo inventan los periodistas.

La hemos cagao.

11 de mayo de 2007

Los 10 mandamientos del bloguero

1.- Seduce con el diseño. Que el aspecto de tu blog dé ganas de leer, especialmente de leerte a ti. Huye de los colores chillones y las composiciones raras. Evita los fondos negros y blancos puros, y los textos compactos y uniformes.

2.- Deja el código tranquilo. Los seis millones de pijaditas que hay por ahí para ponerle a tu blog (el contador de visitas visible, el animalito de los cojones, el relojito, los calculadores chorras, los muñequitos varios, la fase lunar, etc.) acaban siendo un coñazo y harán que tu blog parezca la carpeta que llevabas al cole cuando tenías 12 años.

3.- Escribe sencillo. Que tu estilo sea inmediato, accesible. No te concentres en tus calidades literarias, si las tienes. Si eres buen escritor y quieres demostrarlo, escribe una novela. El blog no debe ser para entrenar tus metáforas ni para jugar a la prosa atmosférica. El lector echará un vistazo a tu blog después y antes de otros cuatro, así que cualquier fango estilístico será más molesto que otra cosa.

4.- Pero escribe bien. Cuida tu redacción y especialmente tu ortografía. Pon en evidencia lo mal que escriben los periodistas siendo escrupuloso con tu uso de la gramática y del idioma, cuidando detalles como las mayúsculas y los signos de puntuación, y haciendo lo que ellos han dejado de hacer: escribir con atención. Y usando el diccionario.

5.- No te pongas muy personal. No sé quién eres, y no me importan tus problemas. Puede que ni conociéndote me interesasen, así que hazte una idea. Escribe sobre cosas que vaya a encontrar un poco interesantes, por favor. Me da igual tu vida sentimental, lo adorable que sea tu gatito, o que creas que estás buena. Y tampoco me cuentes tus miserias laborales; las únicas que me pueden interesar son las de profesiones un poco interesantes, como el audiovisual, la medicina o la prostitución.

6.- Especialízate. Los blogs sin tema no triunfan. Hay más futuro en un blog sobre caperuzas de bolígrafo que en uno sobre los pensamientos generales y/o aleatorios de su propietario.

7.- Absorbe de la Red. El blog es el epítome de lo que representa internet, por lo que has de ser una esponja, un navegante empedernido. Conoce las webs, los blogs y los podcasts; infórmate por internet, conoce hasta el último tubo de la semana, llena tu carpeta de favoritos, y convierte tu blog en un pequeño nodo dentro del ciberespacio. Así estarás al día y siempre tendrás un tema sobre el que postear si se va la inspiración o estás demasiado ocupado.

8.- Comenta en otros blogs. Te permitirá relacionarte con blogueros interesantes y los comentarios en sus webs atraerán visitas a la tuya. Quién sabe, puede que hagas algún amigo.

9.- Controla tus temas, sin profundizar demasiado y con decisión. Que se note que sabes de qué estás hablando: el que también sepa lo apreciará y te seguirá visitando por complicidad, y el que no se irá pensando que sabes un montón, sea verdad o no. La gente está deseando acceder a la información de un infiltrado, especialmente de la(s) industria(s) del entretenimiento: cualquier chorrada te hará parecer un Garganta Profunda que lleva una vida interesantísima.

10.- Haz reír. Pon en marcha tu vis cómica: hará que tu blog parezca mucho más interesante de lo que es en realidad. El Make’em Laugh es en realidad el Con un Poco de Azúcar. Ten en cuenta que casi todo el mundo te leerá en el trabajo, y eso ya es triste de por sí. Además, el humor debería ayudarte a no tomarte muy en serio, y recordar que tu blog no te pertenece (es de Blogger, o de la Coctelera, o de quien sea), que tu blog no eres tú, ni es tu carrera, ni tu vida, ni es nada, y que tu blog no es más que un blog.

9 de mayo de 2007

Fracturefest

Como deberes para esta semana, cuéntenme cuántas fracturas, abiertas o cerradas, le provoca este máquina a la pandilla de facinerosos que lo atacan de uno en uno, porque la educación es lo primero. Y ya para nota háganme un desglose pormenorizado de luxaciones, traumatismos craneoencefálicos, parálisis permanentes, defectos en el habla y amatomas sesuales. De la película Tom yum goong.

5 de mayo de 2007

El fraude Shyamalan

Desde que vi La Joven del Agua tengo pensado un post pajamentalero que divague sobre la alegoría torpona y petulante que esa película tiene detrás. Estos días el Doctor Mentalo anda repasando la misma película en su blog, y me pregunta en los comentarios qué es lo que me decepciona de las primeras películas de Shyamalamadingdong. Veamos.

El Sexto Sentido me parece una peli estupenda, de jugón, un guión de los de prestidigitador, como los de Sospechosos Habituales o Saw –salvando las distancias, como siempre–, que rondan esa línea que separa el truco de la trampa. La habilidad que tenía M. Night para crear atmósferas como director, desplegada en El Sexto Sentido y El Protegido, –habilidad que en mi opinión ha perdido por completo– hizo el resto del trabajo.

El secreto de la magia de cerca, y una película no es otra cosa, consiste en que cuando llegue el momento clave en torno al cual se sostiene todo el artificio, el espectador esté mirando a la otra mano. Cuando se escribe uno de esos guiones centrífugos, con un momento clave del que brota toda la historia, el mago debe cumplir un requisito que no todos cumplen: tener dos manos. M. Night Shyamalan no es René Lavand, y no sabe hacer trucos a una mano sin hacer trampa.

Los thrillers con final sorpresa, esos guiones que tienen un punto central no lineal en torno al que se sostiene la ilusión, funcionan por un mecanismo: el punto clave genera dos historias paralelas, como hacía el almanaque de Regreso al Futuro 2. La naturaleza cronológica del cine impide que se nos cuenten las dos a la vez –a la vez no es en montaje paralelo– y por lo tanto el guionista escoge una de las dos vías. El coup de théâtre final estriba en el descubrimiento de que estamos en la línea argumental hipotética B cuando creíamos estar en la A: Verbal Kint no estaba diciendo la verdad, Zepp no era el asesino, sino otra víctima, y Bruce Willis no sobrevivió al disparo. Digo que ese truco de cartas sólo se puede hacer si uno tiene los dos brazos, si las dos vías argumentales, en efecto, pueden existir, al menos desde un punto de vista lógico. La historia alternativa en la que hemos estado sin saberlo tiene que tener un lugar en la lógica interna de la historia. Y para ello no puede haber lagunas ni omisiones reales, sino sólo aparentes. Siguiendo con el ejemplo del mago, el truco no vale si la carta que has hecho desaparecer es el trece de picas. Como ejemplos de esta imposibilidad lógica se me ocurren dos buenos guiones: Ciudadano Kane y Terminator, ambos construidos en torno a puntos clave (Kane murmurando “Rosebud”, y la mera existencia de John Connor) que esconden una absoluta imposibilidad lógica que de ser reparada haría que la película entera desapareciese como desaparecen de las fotos los familiares de Marty McFly.

Shyamalamadingdong hace trucos con barajas incompletas, y eso no es legal. Si le obligásemos a poner todas las cartas encima de la mesa, no tendría más remedio que contarnos cómo coño pasa Bruce Willis los meses entre la noche en la que le disparan y la mañana en la que conoce al pequeño Cole. Sin ducharse, sin cambiarse de ropa, sin comer ni dormir, sin hablar una sola palabra con nadie, sin ver su casa llena de familiares sollozantes y coronas de flores y sin escuchar un contestador automático petado de mensajes de pésame; o cómo se las apaña Samuel L. Jackson para provocar decenas de catástrofes en decenas de sitios del mundo sin ser pillado, todo desde una silla de ruedas y con una salud tan delicada que si estornuda se rompe la rabadilla. Todo eso se nos escamotea como si se nos quitasen todos los números del palo de tréboles, a ver si cuela. Porque si no se pasa de puntillas sobre todo eso, no hay película. La parte escamoteada de Sospechosos Habituales (Keyser Sozé organizando el cotarro en la sombra) no contradice en ningún momento el relato de Verbal Kint, sino que lo reinterpreta. En Shyamalan, las partes omitidas se dan de hostias con las que se nos enseñan.

Después de El Sexto Sentido, M. Night hizo... El Sexto Sentido. Otra vez. El Protegido es un remake encubierto, con un par:

Un personaje traumatizado

Bruce Willis, psicólogo fracasado | Samuel L. Jackson, huesos de cristal

concentra sus esfuerzos en ayudar a un personaje con un don sobrenatural,

el niño, que en ocasiones ve muertos | Bruce Willis, un superman

que vive puteado por su don y amargándole la vida a su familia,

la madre, histérica perdía | la mujer y el hijo

hasta que logra controlar su poder y usarlo para hacer el Bien

la niña envenenada | la familia secuestrada

provocando la redención del personaje que le ayuda;

Bruce cura al paciente | Samuel L. Jackson conoce a un superhéroe real

en el final sorpresa descubrimos que la naturaleza de este personaje es la contraria a la que suponíamos:

Bruce Willis está muerto | Samuel L. Jackson causaba los accidentes.

Si esto no es para ser escéptico, como mínimo, ustedes me dirán. Pero insisto: le reconozco a Shyamalan el mérito como creador de atmósferas y de personajes; especialmente en El Protegido veo un refinamiento visual con respecto a las otras, y por encima de todo un tempo y un sentido de la narración muy personales, aunque esto no es siempre bueno.

Yo creo que fue aquí cuando alguien le dijo que era un cineasta excepcional y él se lo creyó. Señales la vi con bastante poco interés y perdí por el camino el que me quedaba. Me parece curiosa la premisa de la invasión extraterrestre de género, tradicionalmente metropolitano y elitista (científicos, presidentes, etc) desde el punto de vista contrario al habitual: una granja en el culo del mundo. Pero me parece que se recrea vanamente en su estilo, y le encuentro poca recompensa al esfuerzo de paciencia que me pide como espectador; un aburrido “ya verás, ya” cuya recompensa es... un tío haciendo el moñas con traje de extraterrestre, ¡y fuera de foco!

El Bosque –algún cretino en la distribuidora quiso cambiar el título The Village a su elemento antagónico... como si Star Wars se titulase en España Tardes Tranquilas en Dagobah– creo que es el mismo fracaso. Si Señales era una premisa interesante asfixiada por un exceso de autocomplacencia, El Bosque es una metáfora potente –un país, Estados Unidos, aislado del mundo por el terror infundido en la población por sus líderes, donde los Rojos están vetados, bla, bla, bla– ahogada por lo mismo: un cineasta que cree que su punto de vista personal y su estilo único suplen con creces cualquier necesidad de una historia realmente bien construida, sin trampa y sin cartón. Como Lynch. Como Almodóvar. Como González Iñárritu.

Sobre La Joven del Agua ya me explayaré otro día que me aburra. Si me pongo en modo crítico gafapasta más de 25 minutos seguidos me sale urticaria y empiezo a dudar de mi sexualidad.

4 de mayo de 2007

!!!

Jaume Figueras hablando de Spiderman 3:

La última media hora... un poco larga... demasiados malos y héroes peleando.

Bienvenido al tercer acto de una película de acción con superhéroes. Capullo.

2 de mayo de 2007

Subnormales

Reivindico la brutalidad policial para con la panda de subnormales que ha arrasado mi calle esta noche, en el centro de Madrid. Docenas de imbéciles enkalimotxados, arrancando un contenedor de vidrio y volcándolo en medio de la calle, llamando a gritos a los antidisturbios que se desplegaban a doscientos metros.

Cuatro o cinco contenedores de basura tumbados treinta metros más abajo, y una chica afanándose por recogerlos y apartarlos de la vía. Otra muchacha encapuchada, tumbándolos otra vez, a coces, desafiando a la primera. La igualdad mejor por abajo, ya se sabe. Otro mamón, durante toda la escena, pateando una papelera sin conseguir arrancarla. Poco después aparecía un colega con una al hombro, para lanzarla contra la nada; la papelera caía al suelo a dos metros, pero él ya se ha dado media vuelta y ha huido de la misma nada, como si hubiera hecho algo. Mis felicitaciones a los que fabrican las marquesinas de las paradas de autobús: otro payaso intentaba sin éxito romper sus cristales, con un trozo de hormigón pescado en el único descampado de la calle. Y otro por ahí cantando “A las barricadas”. Cómo se atreve. Gilipollas.

Lo que son las cosas. Joven y de izquierdas, y todo el tiempo lo he pasado deseando que apareciese la madera y le rompiese los piños a alguien. Cruzando los dedos para que un agente anduviese tan fino de puntería como para atinarle un gomazo en los huevos a alguno. Lástima, no ha sido así. Los únicos pelotazos de goma que he oído disparar han sido en la distancia, y cuando los antidisturbios han pasado bajo mi ventana esa manga de ignorantes ya había salido perdiendo el culo hacía rato. Valientes como ellos solos.

Segunda oleada. Me pregunto qué parte del pastel hay que repartirles a sus padres, que posiblemente hacían lo mismo una noche como ésta hace treinta años, quizá por una razón. Han criado una panda de cabestros que están dispuestos a reventar un barrio entero por defender el derecho a hacer botellón. Y con vino malo, no me jodas. Tres pijas suben desde Gran Vía enseñándose la ropa que acaban de mangar del escaparate roto de una tienda. Ése es el fruto para la sociedad de la protesta de hoy. Tercera oleada, residual. Los retrasados retrasados. Vienen huyendo, y yo ni siquiera llego a ver de quién huyen.

La huída es su estado natural, su rutina vital. Huída de la realidad, de la responsabilidad, de su pasado insípido y especialmente del futuro. Huyen de sí mismos, hay que ser desgraciado; y para ello usan la Fiesta, el Kalimotxo, el Botellón, y ahora, la bronca callejera. La nueva Movida Madrileña.

Me alegro de escribir de noche y dormir por el día. Mientras yo esté descansando, estos jodidos zombis estarán aguantando clases de asignaturas que no les interesan, o echando horas en sus curros de mierda, agachando la cabeza ante sus jefes, reponiendo tarros de aceitunas en el Carrefour con la cabeza puesta en el fin de semana que viene. Poniéndole el culo a un Sistema que ni ven ni huelen ni sienten ni padecen. La profecía que se cumple a sí misma. Y el mejor momento del día de mañana será cuando se sienten a la cena y vean en las noticias la que prepararon la noche anterior. “Mira, papá, mira de lo que soy capaz”.