28 de abril de 2008

Información de interés público

He pensado que es conveniente un pequeño post informativo para aquél a quien pueda resultar de utilidad:

La expresión “buenos días” –y todos sus derivados– constituye un saludo mediante el que se desea buena ventura al interlocutor en los próximos días de su vida o hasta la próxima ocasión en que ambos se encuentren, en la que podrán renovar tal deseo. De ahí que en ocasiones se concrete dicho deseo añadiendo “... tenga usted”, o que el interlocutor complemente la expresión con la respuesta: “... nos dé Dios”.

Siendo así no hay razón alguna para inferir que al decir “buenos días” estemos haciendo ningún juicio acerca de la calidad de dichos días, o de cualesquiera venideros.

Por lo tanto, el próximo que, en comentando una mala nueva, a un “buenos días” le añada un “... por decir algo”, se va a llevar una hostia en los morros.

Gracias.

25 de abril de 2008

3 Días

Hay veces que uno va a ver una película con verdaderas ganas. Hoy se estrena 3 Días, y es una de esas veces. La idea de un pepino espacial que va a chocar contra la Tierra me deja bastante frío en el esquema americano de las cosas; sin embargo me pone bastante peleón si tiene lugar en el culo de Andalucía, entre cardos borriqueros y pozos secos, a la sombra de los crímenes de un asesino en serie, y sabiendo que el piedro va a caer al cuarto día, sí o sí, te pongas como te pongas.

La dirige F. Javier Gutiérrez, y fíjense en él, porque además de ser jodidamente encantador es un tipo que sabe lo que hace. Esa asociación cultural (de la que usted forma parte) que es el Cine Español –entendido como hecho diferencial, ya saben– será el que decida si este señor ha llegado para quedarse, montado en su meteorito, o si pondrá pies en polvorosa y se marchará a descubrir América, que es lo que me da a mí que se está planteando. Y espero que no lo haga, porque es la clase de cineasta que necesitamos por aquí. Tiene una puesta en escena que cuenta cosas con un solo fotograma, independientemente de la punta que le quiera usted sacar a lo que está pasando, a base de trabajar elementos que, no debiendo, todavía sorprenden por aquí, como las atmósferas de sonido bien curradas y un intermedio digital bien llevado. Viendo 3 Días no tuve la sensación, que sí tengo con gran parte de los realizadores españoles, de que el director no sabía lo que iba a pasar a continuación delante de la cámara. No sé si me explico.

El guión es otro tema, pero como hoy me ha sentado bien la comida no voy a ser muy perro. Tampoco es que a nadie le importe un cuerno lo que tenga que decir, pero en este caso merece la pena ahorrar en improperios. Me gustaría saber más sobre lo que sucede desde que Juan Velarde escribe su historia hasta hoy que se estrena la película (si alguien de la producción tiene la amabilidad...), pero como no lo sé debería callarme la boca. Podría especular sin tener ni idea, que para eso tengo un blog –o qué pensaban–, y decir que las distintas versiones del guión están entretejidas una sobre la otra con demasiado relieve en las costuras y, sobre todo, con la mano grande de la Producción amasándole la cabeza a los creadores en algunos elementos, haciendo que las cosas no lleguen hasta el extremo al que debían haber llegado, manteniendo a la película a ras de suelo cuando podría haber ido más lejos.

Hay más problemas, pero ya digo: no merece la pena despotricar porque, además, usted debe ir a ver esta película. Dése el gusto de ir al cine español a ver dos millones de presupuesto currados en realización y producción de manera tan fina que hacen lucir el conjunto como si hubiese costado doce. Disfrute de una película diferente, de las que todavía no se hacen aquí, y llegado el día sólo se podrán hacer aquí, a salvo de los focus groups, el marketing previo y la ampulosidad global americanos. ¿Cuántas películas españolas ha visto usted como ésta, que arranquen con un planazo y terminen con otro planazo? Pues eso. Tiene que ir a verla para que sus seis euros aparezcan en las cifras de taquilla y los productores de este país se animen a meterse en jardines como el de esta película sin tener que hipotecar su casa. Hágalo para que F. Javier Gutiérrez no huya de España... ¡su blog ya está en inglés! Si usted se para, el cine español le atrapa. Por favor, que toda esta publicidad gratuita haya valido para algo.


21 de abril de 2008

!!!

Miren qué belleza:



Erlich, un artista, en ELPAÍS.com.

17 de abril de 2008

La hostia en la baba

Supongo que por el caso de la empleada de la COPE que ha sido despedida por invertida y descastada, Daniel Anido escribe un editorial en CADENASER.com para quedarse a gusto.


Cuando fluye la baba y el periodismo se acojona la tiniebla va cubriendo el espacio vacío; un territorio abandonado que ocupan pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados, con nombres y apellidos.

Aire fresco para mi cueva. Aunque no añada nada –no dice nada que ustedes no sepan; es más, no dice casi nada–, yo se lo agradezco sinceramente. Ya lo he comentado alguna vez, y cada vez se me hace más necesario. Creo que la parte sensata del progresismo de nuestro país todavía tiene que aprender a separar la etiqueta del nometoquesloscojones, y responder a tintero lleno a los desgraciados de la derecha que llevan la mala hostia tan a mano como la taza de café por la mañana. Ya es hora de que a algunos el frontón les empiece a devolver las pelotas: con suerte alguna les dará en los huevos.

El resto del artículo, aquí.

4 de abril de 2008

Humor vs. Comedia (1ª parte)

De las muchas conversaciones suscitadas por el anterior post, en el que me metía con Sé lo que hicisteis la última semana, he sacado la impresión de que el panorama está dividido entre los que toleran ese tipo de humor, por intrascendente, y los que ven en la comedia televisiva española un irritante quiero-pero-no-puedo, un trabajo hecho a medias. Mi filosofía es que querer es poder, de modo que un quiero-pero-no-puedo es en realidad un puedo-pero-no-quiero. Y en cuanto a la intrascendencia como excusa para la cagada fría de paloma, qué quieren que les diga. En este blog consigo no hablar de guión, pero no puedo evitar hablar desde el guión, y estas chumineces, aun sabiendo que lo son, me las tomo en serio. ¿Me lo perdonarán?

Lo que me queda claro es que por mucho que intentemos salir del bucle, seguimos siendo fieles a lo que desde el fin del franquismo ha sido la tradición cultural de nuestro país, por lo menos en lo relativo al audiovisual, que no deja de ser una muestra más de la naturaleza bipolar que usted y yo tenemos como hijos de este país. El español es un animal extraño: además de los cuernos, tiene la boca muy grande –a mí me lo van a decir–, un ojo a cada lado de la cabeza como los camaleones, un largo cuello de jirafa para mirar bien qué hace el vecino y anchas patas de elefante que le obligan al mayor contacto posible con el suelo que ha pisado siempre. Así, por mucho que miremos lejos con nuestro cuello telescópico, seguimos sin movernos del sitio, y hagamos lo que hagamos siempre parece que volvemos a nuestro suelo, por lo general de bruces, para repetirnos o regodearnos en aquello de las raíces.

Y nuestras raíces son las que son. El rollo aflamencao que nos hace exportar la Macarena, tener el destape y el guerracivilismo como grandes corrientes cinematográficas, y vivir del corazón a base de comerlo de primer plato en el menú de la tele. Somos el flamenco, las tetas, la Guerra Civil, el cotilleo, el tonto del pueblo y el señorito que se ríe de él. Y a eso terminamos volviendo: las listas de ventas suelen estar llenas de gitanadas (con perdón), por algún motivo Vicente Aranda sigue haciendo películas, y en España hay una revista de información supuestamente seria con una chica en pelotas en la portada . No digo que esté mal. Digo que es lo que hay.

Pongamos por ejemplo el mundo de la música. Cuando Franco ya empezaba a estar tocado de la próstata en los mercados negros de la cultura se producía un acceso al exterior que llegaría a desatarse con la muerte del dictador, importando a nuestro país los estilos de fuera. Entró la beatlemania, y empezamos a cambiar el jamón serrano por el lomo de sajonia. El panorama musical se llenó de grupos de pop con influencias británicas y de estilos que se daban de palos con los que marcaba la tradición ibérica. Los compositores empezaron a beber del exterior, a aprender de los que entonces sabían más porque se habían formado en un ambiente en el que las ideas podían fluir. Crecimos a base de reproducir, y Miguel Bosé hizo fortuna como imitador profesional de David Bowie.

Eso está muy bien. Uno aprende imitando cuando es pequeñito, descubriéndose por contraste, creciendo, y terminando por ejercer de sí mismo con el repertorio de lo aprendido. Uno pone su foto junto a la de aquellos a los que admira, y la mira y la explora hasta que descubre dónde empieza él y termina el otro. Cuando yo iba al cole, en Educación Plástica de 2º de EGB te daban un papel de calco para copiar un dibujo, y si te salías del contorno del original te metían una hostia. En eso consiste tener maestros: en copiarles por sistema hasta que llega el día en que, por primera vez, no estamos de acuerdo con su criterio.

Y en esa etapa está el mundo del humor en España, por lo general. Imitando, copiando, llamándolo plagio cuando copia con torpeza. Hoy en día, en lugar de beber del Reino Unido como antes, buscamos a los maestros donde están: en Estados Unidos. Así, hace unos años descubrimos la sitcom y empezamos a hacerla malamente (Canguros, Hermanos de Leche), para luego comprender que las risas enlatadas se debían al doblaje, y que las sitcoms de verdad tienen público en directo; ahí empezamos a saquear Friends de manera sistemática (Más que amigos (!), Siete Vidas). Más tarde descubrimos el stand-up confundiéndolo con la comedia observacional (El Club de la Comedia), pero un error lo tiene cualquiera. Ahora hemos descubierto las series de media hora: a ver cuántas generaciones de ejecutivos de televisión tienen que morir para que se asienten como formato.

Pero en éstas que hay un problema. Tengo la teoría de que en España no somos capaces de hacer comedia, y desde que ha muerto Rafael Azcona, mucho menos. No es por falta de sentido del humor, de ése tenemos de sobra. Lo que nos falta es la técnica, que es la herramienta que podría separar el cuello de jirafa de las patas de elefante, lo único que podría sacarnos de esa idiosincrasia nuestra, tan cañí, para poder mirarnos desde fuera, ver nuestro contorno, y poder regresar a la foto sabiendo dónde termina lo que somos y empieza lo que podemos ser; dónde termina el humorismo y empieza la comedia.

Explicaciones, ejemplos y más morralla condescendiente en la segunda parte.