19 de junio de 2007

Cracks de la Comedia (3). Sarah Silverman

Mi próxima invitada es donde meto el pene mientras pienso en Pamela Anderson.
Jimmy Kimmel.........................


En cierta ocasión David Spade le dio un pequeño consejo a Alec Baldwin antes de una de sus noches como host de Saturday Night Live: Explota tu apariencia –le dijo– en el mundo del cine eres un tipo atractivo, pero en el mundo de la comedia estás increíblemente bueno. En efecto, por algún motivo nos cuesta más reírnos con una persona deseable que con un tipo feo o calvo o gordo o subnormal. Si añadimos que la comedia, como casi todo, es territorio de varones heterosexuales, nos podremos hacer una idea de lo chungo que lo tiene una chica guapa para llegar a algo en el único negocio del mundo en el que las feas lo tienen más fácil.

Las strippers deberían ser modelos de conducta para las niñas, aunque sólo sea porque se depilan el ojo del culo.

Aquella noche el show de Baldwin comenzó con un monólogo para el que se había traído a su propia tía buena: Kim Basinger, que entonces era su esposa, hacía un cameo con ocasión del día de San Valentín. Mientras tanto, a medida que el ambiente bullía como nos cuenta Studio 60, en algún rincón del estudio 8-H del edificio de General Electric en Rockefeller Plaza, una tímida muchachita judía de New Hampshire lloraba sentada en un rincón, con las rodillas apretadas contra el pecho para dar calor a las últimas migas de amor propio que le quedaban en el corazón. Aunque seguro que a la tercera línea de texto de Baldwin ya estaba cocida, puteando a alguien o metida en un guardarropa tirándose a un cómico sin talento (para el caso, Colin Quinn).

El otro día fui con mi novio a ver Brokeback Mountain. Es tan bonita... Aunque mi novio tuvo que cerrar los ojos en la escena de sexo gay. No es que sea homófobo ni nada; es que con los ojos abiertos no consigue correrse.

Ésa es Sarah Silverman, amigos. Una hermosura de 36 años, puñetera, ácida, cruel y despiadada, cuyo mayor atractivo es que desprende inteligencia por los cuatro costados. Está a tiempo de ser la representante del legado de Lenny Bruce en su generación, y eso es, créanme, una de las cosas más agradables que se le puede decir a una cómica como ella.

Ha ido subiendo de actuación en actuación hasta aparecer varias veces en el Tonight Show, algo que históricamente ha sido un espaldarazo definitivo a la carrera de cualquier cómico, y a ser invitada obligada en toda gala cómica que se precie. Como muestra de haber llegado alto, ha sido la presentadora de las últimas galas de los MTV Movie Awards y los Independent Spirit Awards. En 2001 hizo una aparición en el programa de Conan O’Brien (candidato serio a un post en esta serie) por la que le llovieron las hostias de la comunidad bienpensante norteamericana, especialmente de los gloriosos centinelas raciales. Se le ocurrió usar la palabra chink, término despectivo para la raza asiática, una especie de “amarillo” a la misma altura que el prohibidísimo nigger de los afroamericanos, en un bit que precisamente ridiculizaba el racismo inconsciente.

Hacemos coñas con los enanos porque no nos dan miedo. Tengo un bit en el que uso la palabra nigger, y hace poco actué en Virginia, y en primera fila había una mesa llena de negros. Bueno, creo que eran afro-americanos. El caso es que no me atreví a decir la palabra, porque me daban miedo. Al final lo cambié a chinks.

Aquella noche dijo que para librarse de servir como jurado popular en un juicio alguien le recomendó incluir en el impreso reglamentario un comentario xenófobo, tipo “odio a los amarillos”. Pero ella no quería parecer racista, así que puso: “adoro a los amarillos”. Hubo tantas protestas de los grupos de presión asiáticos (?) que Sarah terminó por excluir ese bit de su repertorio. No por no ofender, qué carajo, sino porque a esas alturas todo el mundo se lo sabía de memoria.

Me sacaron en todos los periódicos pintándome como una racista. Y me dolió, como judía. Como miembro de esa comunidad estoy preocupada por si los judíos estamos perdiendo el control sobre los medios.

Y es que el concepto de distinción racial es posiblemente la piedra angular del act de Sarah. No ha dejado títere con cabeza, empezando por su propio arquetipo racial, el que arrastra la herencia del Holocausto. Tiene un bit estupendo en el que llama la atención sobre lo parecidos que son un negro joven y un judío viejo,
y en otro espectáculo dijo que si en la Alemania de los años 30 hubiese habido negros, el Holocausto nunca habría sucedido... por lo menos, no a los judíos.

Los nazis son unos hijos de puta, pero de pequeños son encantadores.

No hay forma de saber si dice la verdad, pero ella siempre ha intentado dejar claro que el objetivo de todas sus puyas raciales es el propio racismo; que sus bits no son racistas, sino que hablan del racismo.

Mi personaje en el escenario es yo misma, añadiendo una mezcla de ignorancia y arrogancia. Creo que es un reflejo de lo que es nuestro país.

Otro de sus temas es el sexo, especialmente en sus variantes más heterodoxas. De hecho, el adjetivo más ajustado para definir el enfoque que Sarah Silverman le da a la comedia sexual es masculino. Los elementos pornográficos más ligados a la mentalidad del varón están cuidadosamente mezclados con la ruptura sistemática de todos los tópicos que tienen que ver con la asociación amor-sexo y con el concepto moderno de Romanticismo.

¿No sería romántico si te corrieras en la cara de tu novia y escondieras en el semen un anillo de compromiso? ¿No sería romántico?

El mejor ejemplo de ese humor sexual casi pornográfico, adoptando como punto de vista el cliché masculino, es este bit:


En un sangriento espectáculo en homenaje a Hugh Hefner celebrado en 2001 conoció a su actual pareja, Jimmy Kimmel, un cómico aceptable aunque sin demasiado carisma, que, aun estando muy por debajo del talento de su novia, ha funcionado muy bien con ella en alguna ocasión en el papel de lo que por allí llaman un sidekick, una especie de escudero cómico que da el pie a los chistes y colabora en su ejecución. De hecho, hasta hace poco, cuando Sarah no estaba de gira, solía colaborar en los guiones del talk-show nocturno que presenta su novio. Enlazo de refilón un video de una sección descacharrante que hacen cada semana en Jimmy Kimmel Live llamada Censura Innecesaria, en el que podréis ver a glorias televisivas como Mr. T, Fred Rogers y el llorado Steve Irwin, ahí es ná.

Mi novio es medio negro. Dios, qué pesimista soy siempre. Es medio blanco.

Sarah va prosperando, y poco a poco va consolidando sus talentos en productos con mayor entidad mediática que sus espectáculos de comedia en vivo o sus apariciones en programas como los de Conan, Jay Leno o su novio. Últimamente ha hecho Jesus Is Magic, su primer largometraje propio después de sus papelitos aquí y allá, y que por desgracia no cuajó demasiado. Una de sus piezas musicales:

I love you more than bears love honey
I love you more than jews love money
I love you more than asians are good at math

I love you even if it’s not hip
I love you more than black people don’t tip
I love you more than Puerto Ricans need baths

I love you more than girls love dolls
I love you more than dogs love balls
I love you more than the white stuff in a zit

I love you like Gary Busey
I love you more than dykes love pussy
I love you more than my after-show monster-bong hit

Jewish people driving German cars
Jewish people driving German cars
Jewie people buying German cars
What the cock is that shit?

But maybe it's like take back the night
Maybe it's like how bleeding hearts grow old and swing to the right
Maybe it’s like when a faggot calls himself a faggot

Jewish people driving German cars
Is the opposite of FUBU

But maybe it's Patty Hearst siding with her kidnappers
Maybe it's South African miners killing diamond wearing gangsta-rappers
Maybe it's like when black guys call each other niggers

También recibió el encargo de Comedy Central de hacer una serie sobre ella misma, o mejor dicho, sobre su personaje cómico. El resultado es The Sarah Silverman Program, cuya primera tanda de seis episodios ha funcionado bastante bien y ha sido premiada con otros catorce para este otoño. Su momento cumbre está en el s01e05, cuando Sarah se acuesta con el mismísimo Dios Todopoderoso, encarnado en el cuerpo de Tucker Smallwood, que no me digan que no es un nombre cachondo para un neg... afro-americano.

Últimamente he descubierto que mi familia proviene de un pueblecito en Rusia que fue arrasado por los mongoles en la Edad Media. Llegaron, saquearon el lugar y violaron a todas las mujeres. Así que supongo que soy medio mongola. Me gusta pensar que en algún momento, mientras mi tátara-tátara-tatarabuela era violada por un mongol, ella estaba tranquila pensando: “algún día esto será gracioso”.

¡Cha-cha-chá!

En el fascículo anterior, The Lonely Island.

9 de junio de 2007

Matt estuvo aquí

Además de la chorrada del post anterior, hoy había en Madrid otra de esas citas que sólo son atractivas si uno es un nerdo bloguero con demasiado tiempo libre, o si se quiere desperdiciar el poco que uno tiene en frikadas por el estilo.

Ésta era, lo han adivinado, la visita a España de Matt Harding, uno de esos descubrimientos de la red que han formado todo un culto mundial. ¿Recuerdas aquella escena de Forrest Gump en la que Tom Hanks recorría el país a pinrel y se le iba acoplando la gente buscando algún tipo de epifanía? Pues algo parecido, pero con más gracia y menos pretensiones.

Por si acaso: Matt era diseñador de videojuegos en Brisbane, Australia, cuando se hartó de los shoot’em-ups y decidió gastarse sus ahorros en una vuelta al mundo. Mientras brincaba de sitio en sitio hizo un vídeo cachondo que alguien vio en una empresa fabricante de chicles, llena de jugones a juzgar por su web, y decidió jugársela con el marketing viral. Le pagaron otra vuelta al mundo, más completa que la anterior, para que repitiera, ampliándolo, su vídeo cachondo. El resultado tiene millones de visitas en todos los lugares en los que se puede ver, y es de esas pequeñas cosas con la fascinante capacidad de alegrarte un mal día.

Hay que reconocer que la mitad de la fuerza emotiva que tiene el vídeo la pone la versión del “Sweet Lullaby” de Deep Forest que se marcó Garry Schyman, pero mi opinión es que el cogollo del éxito de Matt está en la mezcla de envidia y admiración que despierta un tipo normal y corriente que de un día para otro se lía la manta a la cabeza, abandona un curro lastimero, y se va a conocer los lugares más acojonantes del planeta. Lo que todos haríamos si tuviéramos huevos. Le añades el toque mágico de ser descubierto y financiado por una empresa que seguro que le da chicles gratis de por vida, y tienes la perfecta comedia épica del siglo XXI.

Resulta que Matt ha convocado en su web a todos los fans de su pequeña obra de arte a que vayan a verlo a sus lugares de paso, y la Plaza Mayor de Madrid ha sido, este mediodía, uno de ellos. Allí estaba Matt, ante una larga fila de nerdos entusiastas –allí había más blogs que personas– esperando para entregar su cesión de derechos de imagen (cogido de CPI), ponerse una pulserita souvenir-acreditativa, y bailotear con él para figurar en el documento de su siguiente paseo por el mundo.

Un rato después de terminar, Matt me ha enseñado la grabación de lo que él llama the Braveheart shot, que será el instante español del próximo vídeo: en plano muy general, Matt hace su bailecillo en el hueco de un arco de los soportales del fondo, en solitario. Después de unos segundos, por los lados entran ciento ochenta personas corriendo, para juntarse en el centro, como en una batalla campal, y hacer el mattdance. Apoteósico.

Aquí el menda, el enrollao de Matt y mi colega Fiti. Qué pasa.

Las bicicletas son para el verano

Informa el vecino Pianista sobre una marcha ciclista que se celebra hoy en Madrid, cuyos participantes tan sólo llevarán puesto el casco reglamentario. En Ciclonudista.net cuentan que, en efecto, la cosa va de empelotarse vivo y cambiar el mundo, que ya es hora. El texto de explicación es tan de-aquella-manera que me permito cogerlo prestado para poder hacerme el gracioso con mi habitual falta de tino [y de gracia], insertando comentarios entre corchetes como ése que acaban de leer.
Justicia en las calles [como la película de Charles Bronson], esto es lo que demandamos con firme convicción [y fláccidos miembros] y muy en serio [por supuesto], pero a la vez con simpatía, pasando un buen rato [el de despegar tus testículos del sillín de la bicicleta]. Los coches nos imponen su ley: velocidad, prepotencia, "malos humos" y violencia [el lema del conductor del Smart]. Por eso al desplazarnos en bicicleta cada día por la ciudad [y no sólo los domingos que hace bueno, ¿eh?] convertimos nuestra movilidad en un acto de desobediencia cotidiano [porque montar en bici es subversivo]. Si además, nos manifestamos en bicicleta y desnudos convertimos la desobediencia en una protesta ejemplar [ya podían aprender los de la AVT... ¡No! ¡Lo retiro!].

Denunciamos que nuestras calles han sido secuestradas por el coche privado [el diccionario Bolchevique-Español informa de que privado significa tuyo] que colapsa las ciudades degenerándolas en [chicos, degenerar es intransitivo] lugares hostiles y peligrosos [mira cómo está Bagdad por culpa de los coches]. El coche mata [nunca deje que le apunten con uno] y su impunidad nos escandaliza [pero sólo si hace buen tiempo]. Demasiados intereses de multinacionales belicistas del petróleo y del automóvil [¿alguien dijo Bush?] están en juego si esto se cuestiona [así que no cuestiones nada, y mucho menos cualquier argumentación más compleja que ésta].

Proponemos un modelo de ciudad donde las personas recuperen su espacio [eso no es una propuesta, es un deseo], donde se reduzcan las necesidades de desplazamiento [¿no voy a necesitar ir del sofá a la nevera?] y se apueste por el peatón (que somos todos) [¿pero no ibas en bici?] y por los medios de transporte menos contaminantes y más eficaces [como un carrito tirado por un chino].

¿Por qué en bicicleta? [¡porque somos radicales!] La bicicleta es un medio de transporte urbano solvente, saludable, ecológico y divertido [sudor, sol a plomo y dolor de rabadilla: ¡yeah!]. Es un icono [como Jesucristo], un símbolo de libertad [como la bandera americana] y un instrumento práctico de transformación social [como... ¿cómo?]. No paga tributos [más que lo que te cuesta la bici, el casco y el litro y medio de Aquarius], no gasta petróleo [salvo el que hace falta para fabricar la carretera], no colabora con el desarrollismo destructor [ni con ningún otro] ni con la guerra global [¡mierda! ¿¡ya ha empezado!?].

¿Por qué desnudas? [¿“desnudas”? ¿sólo hay mujeres?] Porque nos sentimos desnudos ante el tráfico por la falta de respeto de los conductores y la desidia de los gobernantes [o por la desidia de los conductores y la falta de respeto de los gobernantes, tanto da]. Con la desnudez hacemos visible [nuestro pene] la fragilidad de nuestras "carrocerías" (nuestro propio cuerpo) [gracias, nunca lo habría entendido]. Además, mostramos nuestro cuerpo con naturalidad [esto es, encaramados a una máquina metálica], rompiendo el pudor [y la estética], desmontando tabúes respecto a nuestro físico [también tenemos un químico, pero está ocupado con su tesis] impuestos por la moda y la avaricia de la industria transnacional textil [porque como todo el mundo sabe, el tabú de la desnudez lo impuso Nike]. En definitiva, nos enfrentamos al tráfico urbano [espero que no sea literalmente] con el cuerpo desnudo sobre la bicicleta [vas a necesitar mucha Nivea, y no toda para el sol] como la mejor forma de defender nuestra dignidad [¿acaso hay algo más digno que pedalear desnudo sobre tus genitales al sol de Junio ante la mirada de cientos de personas?] y de vivir la lucha social [“ciclistas desnudos” es lo que Marx tenía en mente].
Así aprenderán estos romanos.

8 de junio de 2007

!!!

Échale un ojo a este trailer. Si no te levanta de la silla es que estás muerto.

3 de junio de 2007

Los Intocables

Oscar Wallace, Eliot Ness, Jim Malone y George Stone.

Steven Spielberg, Martin Scorsese, Brian De Palma, George Lucas y Francis Ford Coppola.

1 de junio de 2007

Secuelas

El ser humano ha cruzado otro Rubicón. Primero domamos al perro, más tarde hicimos fuego, después aprendimos a controlar la electricidad y descubrimos cómo volar. Lo hemos vuelto a hacer. Hemos aprendido a hacer secuelas.

¡A la mierda aquello de “segundas partes nunca fueron buenas”! ¿Alguien duda de que hemos abolido ese principio como el que corrige la fórmula de un medicamento? Se van eliminando los efectos secundarios perniciosos, como los de Star Trek o Superman, los Psicósis, exorcistas, academias de policía, rockys y rambos que te hacían desear una muerte violenta. Sigue habiendo de todo, como siempre, pero se nota que las generaciones marcadas a fuego por esas ristras de morcillas de los 80 han logrado perfeccionar la máquina y han aprendido la ciencia de la continuación. Y excavando, excavando, han dado con una mina.

Había que aprender de los que abrieron el camino, de los que comprendieron que en una buena secuela, como en una mina, no se abre camino hacia arriba sino hacia abajo. Las continuaciones fallidas siempre fueron las que querían hacer la misma película, pero en voz más alta: más presupuesto, más malos, más acción, más de todo. Robocop 2: ¿malo humano con secuaces? ¡Malo robot con ejército! ¿Un brazo amputado? ¡Descuartizamiento! ¿Huelga de polis? ¡Anarquía! Me imagino la primera reunión de concepto de Speed 2: “¿qué es más grande que un autobús y lo puede conducir una mujer? (...) Rápido señores, tenemos un gran zurullo que cagar”.

James Cameron entendió esto y decidió llevar Alien a sus orígenes. Nos hizo volver al planeta inmundo aquél, y nos mostró “quién pone esos huevos”; nos enteramos de quién era Ripley y de qué había dejado en casa el día que se subió a la Nostromo; nos llevó más lejos en todas y cada una de las líneas que trazaba la primera película, y todo con esa inyección de esteroides que sólo él sabe administrar. Véase Terminator 2, que es el resultado de tratar la primera parte con hormonas del crecimiento. Lo mismo comprendió Zemeckis, que en Regreso al Futuro II nos devolvió a la primera parte excavando una capa adicional. De nuevo, hacia abajo, hacia las profundidades, llegando a la virguería de explorar el background de un protagonista contándonos su futuro. El Imperio Contraataca nunca me ha servido como ejemplo de segunda parte mejor que la primera, porque cualquier película parece mejor si no la dirige George Lucas; además, La Guerra de las Galaxias es tal vacío argumental –el mejor disimulado de la historia– que ante él cualquier pequeño descubrimiento genealógico impresiona cantidad.

Miren Piratas del Caribe 2, por ejemplo, que tiene uno de los mejores guiones de los últimos tiempos, y el que diga lo contrario no tiene ni puta idea. Por Dios, si hasta recupera ese arte en vías de extinción que es la presentación de personaje –¿por qué los guionistas parecemos habernos olvidado de lo importante que es?–. La presentación de Jack Sparrow en esta película está a la altura de la de Harper, coño. De hecho, es triste que las de Piratas del Caribe sean tan buenas. Es triste que un productor palomitero como Jerry Bruckheimer, un mercenario sin escrúpulos como Gore Verbinsky y un par de sex-symbols de quinceañeras se junten para hacer una película que, repito y repetiré, es de las mejores de los últimos años. Y no me refiero a la pasta ni a los FX, sino a lo esencial: guión y dirección. Pura artesanía, relojería suiza. Y encima, un negocio del copón bendito, lo que asegura su supervivencia.

Terminator 3, Spiderman 2 y 3, X2 y X-Men 3... Otra convención que el medio se ha cargado, otro cambio de chip. Ahora la ficción televisiva es más interesante que la cinematográfica, el cine aprende de la televisión y hace series de a 200 millones por capítulo. Y las hace bien. Es triste porque el cine pequeño, el “independiente”, el que se suponía que era más interesante (?), está enredado persiguiéndose el rabo de festival en festival, a un paso de convertirse en esos perritos con pedigrí que sólo parecen bonitos a sus dueños y a los cuatro enteraos que van a los concursos caninos.