Cosas que no están tan mal
Comprarse un niño. Hay gente que las pasa canutas para adoptar un bebé en el infierno del Tercer Mundo, o en ese purgatorio industrial llamado China. Cuesta un ojo de la cara y la mitad del otro huevo, y total, ¿para qué? Para alimentar un sector servicios gubernamental que proporciona niños (niñas, por lo común) a precio de soborno militarizado. Que les zurzan, pongámoslos a la venta aquí. Que los chinos y chinas que vienen aquí, inmigrantes dignos y trabajadores, se dejen de copiar cedés en un subterráneo y empiecen a copiar chinos. Que sustituyan sus torres de tostar por colchones de los que fabrican sus primos en ese polígono de Fuenlabrada, y se pongan al tajo en grupos de 50. Lo vi hacer en una película. Además, en el Rastro quedan tres metros cuadrados libres en los que caben dos puestos de bebés chinitos, a 2.000 euros el kilo, que es bastante menos de lo que pagan los abnegados padres por una adopción en origen. Mercado libre: ¿no queremos arroz? Pues taza y media. Así nos quitamos de en medio toda esa escoria virulenta de oficiales y suboficiales y capos del Partido que supervisan ese comercio chino de la carne, que no es pollo ni ternera sino niña tierna, de hecho mucho más tierna que la que se vende al sur, en Indonesia. Que Mercamadrid abra un chiringo de importación, y a tomar por el saco. Entreguemos China al Capital de una vez por todas, y que los pobres labriegos del arroz, cuyas tierras de cultivo han quedado a varios metros por debajo del agua en la presa de las Tres Gargantas, le puedan regalar un futuro a sus hijas. Hay miles, qué digo miles, cientos de parejas que desean tener una pequeñina asiática a la que querer con todo su corazón y sus carteras, y llevarla de paseo al Corte Inglés para que aprenda lo que es el Primer Mundo. Si un padre, en cualquier lugar del planeta, es capaz de vender a su hijo, es que vive en tal caldera de desesperación que la mera intención debería hacer comprender por qué su hijo merece ser vendido. Bien sea por la desidia de un padre borracho o maltratador, o por la rendición de quien sabe que no hay futuro para su criatura con él, ese niño merece ser el objeto de una transacción económica sincera, regulada por Hacienda, a la vista de todos, y no de esa pantomima burocrática y en general dictatorial –valga la expresión– en la que consisten los sistemas de adopción tercermundistas, en especial el chino. De esa manera, todos ganan: los padres ahorran un valioso tiempo en papeleos, y por cada factura hay una niña salvada de la miseria. Y aprovechen las ofertas.
Prohibir los Juegos Paralímpicos. Vaya gilipollez lo del afán de superación de un saltador multi-amputado que es capaz de manejar una pértiga con la nasal. Lo único que ha superado esa persona es el sentido común. Créanme, respetables tullidos: no necesitan demostrar nada. Es una putada su problema, de eso no hay duda, pero no lo es menos por el hecho de tener una medalla de bronce en anillas sin brazos. El único modo en que eso va a repercutir en sus vidas es que tendrán que entrar en los sitios de canto, porque los hombros no les cabrán por el marco de la puerta. En cuanto a los efectos psicotrópicos de una hazaña física (aquello de superar la depresión que arrastran desde aquel accidente) pueden ser suplidos con medicación, o con una sencilla terapia psicológica. Bueno, retiro lo de sencilla. Pero de verdad, tienen que saber que no son más válidos por ganar una medalla en tiro al plato disparando con el omoplato. ¿Se dan cuenta de que si una persona con miembros hiciera eso, sería en Jackass? Es ahí a donde pertenecen ese tipo de logros, a los programas que los desgraciados normales vemos para sentirnos agradecidos por nuestra cordura, o por nuestra miserable vida. ¿Saben en qué cuatro países se celebraron las primeras cuatro para-olimpiadas, en los años 60 y 70? Italia, Japón, Israel y Alemania. ¿Alguien más ve un patrón, un cierto complejo, la necesidad de lavar una mala conciencia por algún oscuro pasado? En serio, un ciego no es mejor persona por ganar un premio al mejor paquete en una competición ciclista. Y aunque así fuese, el camino no es repetir las estupideces atléticas que llevan a cabo los humanos completos –en el sentido físico y salvando la circuncisión– entre flashes fotográficos y jueces de línea vestidos de chiste. Algo así sólo sería comprensible si tanto esfuerzo sirviese para algo de verdad. Hagamos unas olimpiadas en las que un señor sin brazos ni piernas tenga que nadar por su vida contra la succión de las hélices de un trasatlántico. Eso sí merecería una medalla, joder.
El turismo sexual. Cuando uno va de vacaciones lo que busca son varias cosas: conocer nuevos horizontes –en el sentido literal y en el figurado–, relacionarse con gente de la manera más placentera posible, relajar tensiones vitales del modo más ameno al alcance, quizá hacer algo de ejercicio, comerse cosas exóticas y que lo follen a uno hasta borrarle la memoria. Adelante, háganse los estrechos, pero es así. Un modo de viajar que hasta hace poco era típico de la gente joven y de los países protestantes se está generalizando ahora de forma tanto geográfica como demográfica; los viajeros ibéricos, que han accedido hace poco a la pela y a la modernidad moral, la gente madura y en especial las mujeres, que ahora viajan solas y sin permiso del marido –ni puta falta que hace–, recorren el mundo frenéticos, frotándose contra los troncos de las palmeras. Es natural, es divertido, está bien. No debería escandalizar a nadie que las alumnas de tercero de trabajo social viajen a Cuba después de los exámenes a probar el dulce mango del trópico, a retozar con la anaconda negra. Los ingleses bajan a la Costa Brava como una estampida de búfalos buscando cachondeo y cabinas de teléfono que destruir. Niñas americanas de universidad bien se van de spring break a Florida, creyendo que es otro país, con el sueño inocente de aparecer en un vídeo porno en internet. Ejecutivos de todo el planeta van al sudeste asiático a sacudirse el estrés laboral en brazos de una hermosa niña de 14 años. ¿Y por qué no hacerlo? Al fin y al cabo, todas esas actividades son sin duda el motor económico de la zona, y por ende un activador inmejorable de la Globalización. Repito: háganse los estrechos. Nieguen en público que les interese este tipo de turismo, no me importa. Pero nieguen que le están dando una vida a muchas personas que, si bien no lo tienen fácil, lo tendrían mucho peor de no ser por el trabajo social que realizan. Sí, Trabajo Social. En una sociedad presidida por el mercado, el mercado gobierna las relaciones sociales, siendo el sexo la más apreciada de ellas, aquí y en la Cochinchina, nunca mejor dicho. Así nacen los lugares de turismo especializados: de playa, de montaña, de ocio, de arte, y de sexo. Sus lugareños se ganan la vida como pueden y tan pronto como lo necesitan. Y hay dos verdades innegables: la primera es que si una niña camboyana tiene posibles para estudiar ingeniería de caminos, no duden que lo hará. Pero no se sorprendan si no es así, y tiene que integrarse a los 13 añitos en el mercado laboral de su lugar de residencia, proceso que, las más veces, empieza por columpiarse en el regazo de un contable cuarentón de Boston (uno que anda siempre por allí). La segunda verdad es que si las autoridades suprimiesen este tipo de negocio, como mucha gente propone, sólo estaríamos hundiendo a esa niña en la miseria, aún más. Somos unos ingenuos peligrosos si creemos que al acabar con el turismo sexual con menores los estamos salvando de una vida puta. Tendrán la misma vida que llevan, pero con 50 dólares al mes de menos, y en lugar de ser vejadas por los turistas se lo harán los adolescentes del lugar, esnifadores de pegamento o lo que gusten hacer en su tiempo libre, porque eso es todo lo que les habremos dejado: tiempo libre. De ese modo las niñas del sudeste asiático perderán una forma de ganarse la vida que además goza de esa cierta etiqueta y buen gusto occidentales, que a la hora de ir de putas siempre es de agradecer. Porstíbulos internacionales. Es el principio rector de nuestros tiempos. La demanda habla y la oferta responde, y eso, y no otra cosa, es la Globalización: ir a joder a los países pobres.
6 comentarios:
¡Ala! ya soltaste mala hostia para todo un año. Me parece bien.
Colega, que no eres el único que ha leído a Houllebecq... que se te ve el plumero...
No sé si me sobrevalora o me subestima, pero no he leído a ese tipo. Y escriba el nombre como es debido, que no me sale en la Wikipedia.
Joder qué bueno lo de las para-olimpiadas. Ojalá se me hubiese ocurrido a mí antes, tío.
Bueno, yo soy el de la opiniòn de dejarlos competir, y si dejenlos competir en paralimpicos, pero, carajo ya me la suda lo de la superaciòn, aqui o en cualquier campo, y si, me aburria increiblemente, ya me aburrian los olimpicos, los paralimpicos lo hicieron tambien (lo siento, pero un partido de ping-pong en paralimpicos no tiene nada de emocionante), y ademas, si alguien puede pintar con los pies o tocar la guitarra con los pies por que no tiene brazos, por que no admiramos a un tipo que pinta o toca con los pies teniendo brazos, es igual de jodido aprender a tocar asi. Y es lo mismo con las olimpiadas especiales, y carajo en general estoy mamado de los deportes, esto ya se parece a "Sobrevivi" un programa del Discovery Channel, tipos que suben a una montaña ,se pierden en la montaña, se quiebran las dos piernas en la montaña, pierden la nariz y una nalga por el frio en la montaña, deben caminar con las dos piernas fracturadas para poder salir de la montaña y al final salen vivos de la montaña, pregunto, no habrìa sido màs facil nunca haber ido a la puta montaña, hay pocas pos
ibilidades de fracturarse las dos putas piernas en la sala de la casa, nos enorgullecemos de ser una especie evolucionada que ha mejorado mucho su calidad de vida para irnos a pasar hambre y frio a una puta montaña o a la puta selva, el tecnico de informatica, el diseñador grafico y el contador que necesitan acciòn "trabajo en una aseguradora de lunes a viernes y arriesgo mi vida y me le rio en la cara a la muerte sabados y domingos ) eso no es decente, pero si, al final ya basta de tanta sensibleria paralimpica.
Y mandando ya al carajo toda la industria de la superaciòn y a las figuras que todo el mundo admira, ya entrados en gastos digo QUE SE JODA INGRID BETANCOURT, uy que gran tragedia, no teniendo necesidad de ir a un lugar en el que la podìan secuestrar va para mostrarme como alguien noble frente a los medios y conseguir mas votos, y despues ella se convierte en el simbolo internacional de los secuestrados, ironico por que no todos los secuestrados en Colombia tienen al culo un pais europeo que la respalda, la rescatan y se acaba el mundo y despues va a Europa a recibir premios y dizque trabajar por la liberaciòn y el canje humanitario, que se joda, ella lo tenìa mas facil que otros secuestrados que ya llevan decadas ahi, si alguien ve a Ingrid Betancourt escupala, escupala.
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